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Santiago, Patrón de España

¿Nos dice algo esto a los españoles del siglo XXI?
Francisco Rodríguez
jueves, 25 de julio de 2019, 14:43 h (CET)

Me pongo a escribir hoy 25 de julio día de Santiago, Patrón de España, y leo el evangelio del día que no puede ser más oportuno. Dos discípulos de Jesús buscan la recomendación de su madre para obtener los dos mejores puestos cuando el Maestro triunfe y sea poderoso, pero la respuesta de Jesús no es la que esperaban.

Jesús les dice que no saben lo que piden y les pregunta si serán capaces de beber el cáliz que El ha de beber y responden muy convencidos: lo somos. Ni tenían idea del cáliz del que hablaba Jesús ni de lo que le esperaba a ellos.

Si Jesús, el Maestro, hace milagros, si lo han visto transfigurarse en el Tabor, no se les pasa por la cabeza que va a ser azotado, juzgado, condenado y crucificado. Ellos esperan un triunfador que comparta su triunfo con ellos.

Los otros discípulos se enfadan con los que pretenden los primeros puestos y Jesús aprovecha la ocasión para decirles que los jefes de los pueblos los tiranizan y los grandes los oprimen. ¿Verdad que más de dos mil años después estas palabras tienen plena actualidad? ¿No estamos viendo como se pelean por los primeros puestos, por los sillones, por mandar, por imponernos sus ideas y sus ideologías a golpe de propaganda, de leyes, de impuestos?

Pero Jesús dice además: que no sea así entre vosotros, el que quiera ser grande que sea vuestro servidor y el que quiera ser el primero sea vuestro esclavo que es lo que va a realizar el Hijo del hombre, que no ha venido a ser servido sino a servir y dar la vida en rescate por muchos. Santiago, el patrón de España, fue el primero en morir asesinado a manos de Herodes y después fueron cayendo los demás, pero a pesar de todo el mensaje de Jesús, muerto y resucitado, sigue extendiendose por el mundo.


Está meridianamente claro que estamos alejados, a años-luz del evangelio. Ser cristiano hoy, parece que no se lleva. Tenemos una religiosidad de procesión, desfile y romería totalmente insuficiente para oponernos a los poderes de este mundo, a sus pompas y a sus obras, como decía el viejo catecismo.

Peor aún: pretendemos convertir el evangelio en ingresos por turismo y nuestras catedrales en museos a visitar, previo pago de la entrada.

Es una ofensiva en toda regla para acallar a los cristianos que tratan de señalar que nos envuelve el pecado, tanto el de soberbia como el de lujuria, el de avaricia como el de envidia y todos los demás.

Si no aplaudimos, si no aceptamos, las mentiras que quieren imponernos desde los medios de comunicación o los boletines oficiales, es seguro de que seremos acallados, vilipendiados y marginados, pero ello no debe importarnos demasiado a los cristianos que hayamos decidido tomar nuestra cruz y seguir a Jesús.

No solo en este día de Santiago, Patrón de España sino todos los días, es necesaria nuestra oración confiada en Dios, que está por encima de todos los poderes de este mundo y al que todos tendremos que dar cuenta del uso que hagamos de nuestra razón y de nuestra libertad.

¡Santiago y cierra España!

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