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La princesa Corinna

Es tan influyente en la política española como Luis Bárcenas, Urdangarín o Rodrigo Rato cuando estaba al frente de Bankia
Pedro de Hoyos
lunes, 4 de marzo de 2013, 08:13 h (CET)
Conste, queridos lectores, que escribo este artículo solamente por ustedes. Sé que lo estaban esperando, sé que lo estaban deseando, sé que se estaban preguntando por qué no lo había escrito ya, sé que buscan este artículo en mi blog, que lo echan en falta en cada una de las ocasiones en que tan amablemente entran a leer mis últimas elucubraciones periodísticas.

En realidad escribo sobre esta pieza de porcelana acartonada porque ando un tanto necesitado de visitas, que este mes de marzo ha empezado un tanto flojo, que me andan ustedes un tanto remolones, así que he “pillado” un tema que carcome las entrañas de media España, a ver si el personal pica y entra en masa. A mí la princesa esta –¿princesa de dónde, hija de qué rey?- me debería traer al pairo pero…

A mí la tal Corinna me parece una Belén Esteban evolucionada, una Belén Esteban centroeuropea con más cultura, dinero y mejores amistades que la princesa del pueblo -joer, últimamente pisas una piedra y salen tres princesas corriendo- algo así como si la española fuese la versión beta y esta otra fuese la 13.6, por lo menos. Habrá que convenir en que parte de la zozobra que sacude España se la debemos a ella y a su…, a su… a su “amistad” con el rey. Si es verdad eso de que “España mañana será republicana” (No se ha quedado un poco antigua esta cantinela? ¿Se sigue cantando en las manis?) … si es verdad eso se lo deberemos a ella.

Sin ser española, sin haber jamás votado en España –que se sepa, aunque mi capacidad de asombro no excluye la posibilidad- y sin haber sido jamás electa, es tan influyente en la política española como Luis Bárcenas, Urdangarín o Rodrigo Rato cuando estaba al frente de Bankia. Entre todos ellos mataron la poca credibilidad que la crisis y la pésima gestión habían dejado a España.

La tal Corina ha puesto en un brete a España, a la corona y a los elefantes de Botswana. Aunque no hay que olvidar lo mucho que en el tema colaboró la frágil cadera del Rey, nunca ninguna mujer en los tiempos modernos había puesto en el disparadero a la casa real, más que nada porque las cosas de la bragueta se llevaban siempre con mucha más discreción, pero en el siglo XXI, con las ciencias de la informática y de la información desarrolladas, hay cosas que no se pueden mantener ocultas. Con lo locos que están los periodistas por publicar una noticia a ver si hay suerte y no les despiden.

Yo que los republicanos le encargaba un monumento para sustituir todos los bustos del Rey en cuantito llegue el próximo 14 de abril, caiga la fecha que caiga, qué más da. Y en los pueblos de Castilla, donde todavía queda alguna calle que se llama “Calle Real” la sustituiría por “Calle Corinal”… no, eso no, buscaría otro nombre que no tuviese semejante resonancia mingitoria. Nadie como ella ha conspirado a favor de la república desde que alguien puso un barco en Cartagena a disposición de Alfonso XIII, por lo que se merecería –desde el punto de vista de los republicanos- un acto de reconocimiento.

Aunque quizá con un retrato de un pintor famoso, envuelta sólo en la bandera republicana y enseñando mucha carne, bastaría.

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