Si nadie lo remedia, y parece que nadie lo va a remediar, unos cuantos asesinos múltiples, violadores y peligrosos pájaros a los que Dios corte las alas se van a ver libres de la cárcel gracias a una sentencia de esa Europa que es nuestra salvación y nuestra perdición. Y no solamente eso, tendremos que indemnizar con un par de millones de euros, pongamos, a quienes han puesto bombas, asesinado por la espalda o violado a niños que apenas sabían leer.
Europa, esa Europa de la que a menudo abominamos últimamente, los va a dejar en la calle porque, según todo apunta, va a dejar sin valor la doctrina Parot. Mal por “Europa”, peor por nuestros legisladores que son en definitiva los causantes de este embrollo.
Un determinado día, nuestros legisladores se dieron cuenta de que salía demasiado barato matar. De que echados unos números, incluyendo años de condena, redenciones, perdones, pitos y flautas, un asesinato salía a muy buen precio. Que compensaba, vaya, asesinar a un demócrata vasco, pongamos por ejemplo; que salía rentable. Y buscaron la manera de enmendar su error estableciendo para ello la doctrina Parot que todos conocemos. Un remiendo, una chapuza, un esconder las miserias del hambre bajo ricos ropajes y brillantes oropeles.
Y ahora aquello tiene todas las posibilidades de no ser lícito, legal o permisible. Nos van a dar un currito en la cabeza y además tenemos que pagar la desahogada vida futura de unos cuantos hijos de puta… con nuestros impuestos. Y eso porque las leyes desarrolladas por nuestros políticos no han respondido a nuestras necesidades. Que no han sabido hacer bien su trabajo, vaya, que es a lo que se dedican, es de lo que viven y es lo que regula, para bien o para mal, nuestro devenir como pueblo.
Como ya he aclarado diversas veces soy funcionario, un privilegiado en la hora actual de EREs a mansalva, de reducciones de plantillas y de despidos. (¡Bueno, cuántos empleados de empresas privadas se han prejubilado a los 52 años, algo que a mí me está vedado! No todo son prebendas). Les juro sobre la cabeza de mi nuevo perro, algún día se lo presentaré, que me gano mi sueldo con gran esfuerzo, entrega y gasto de energías, pero aún siendo funcionario no resistiría cinco minutos en mi puesto si desempeñara mis labores profesionales tan nefastamente como los políticos que han legislado tan pésimamente como para conducirnos, previsiblemente, viendo los justificadísimos ataques de nervios de los familiares de las víctimas, a una situación tan humillante.
Porque no se nos olvide, no sólo pueden salir a la calle un montón de malnacidos e hijosdeputa, sino que además de tener que indemnizarlos con nuestros impuestos, puede que nos desautoricen públicamente, nos quiten la razón y nos digan lo torpes que hemos sido. Bueno, no los españoles, sino los legisladores españoles. Escarnio, se llama eso.
Y cuando lleguen a su pueblo les harán un homenaje en la plaza mayor, pero ninguno de los causantes va a dimitir.
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