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La doctrina de la muerte

Muerte es igual a destrucción. La doctrina de la muerte representa la destrucción de las naciones en las que está en vigor
Octavi Pereña
lunes, 2 de septiembre de 2019, 11:03 h (CET)

“El nivel más alto de la cultura moral es aquel en que las personas que forman una nación reconocen y protegen inviolabilidad de la vida humana inocente…Las grandes naciones desaparecerán cuando dejen de vivir según los grandes principios que les dan la visión y la fuerza de superar la tiranía y la degradación humana…No existe nación que pueda seguir siendo libre y ejercer liderazgo moral después de haber adoptado la doctrina de la muerte” (Fragmento que forma parte del discurso pronunciado por el senador norteamericano <b>Jesse Helms</b> en el Senado el 11/01/1977).

¿En qué momento se pone e movimiento la doctrina de la muerte? Tan pronto como el ser humano se le despoja de su condición de criatura creada a imagen y semejanza de Dios se le roba el derecho a la vida. Es muy posible que cuando el senador norteamericano dijo:” “El nivel más alto de la cultura moral es aquel en que las personas que forman una nación reconocen y protegen inviolabilidad de la vida humana inocente” se refiriese al aborto que tantos millones de víctimas inocentes mata no solamente en Estados Unidos sino también por doquier. Esta crueldad solamente es posible cuando el feto que es un ser humano en proceso de crecimiento se le despoja se su condición de persona creada a imagen y semejanza de Dios. Este expolio no solamente afecta al embrión, también repercute en todas las situaciones en que el ser humano se reduce a la condición de objeto, desprovisto de alma, reducido a la condición de animal, lo cual permite a quien roba la condición de persona a alguien, reducirla a objeto, tratarla con todas las bajezas que uno se pueda imaginar.

Son muchas las situaciones en que el odio convierte al prójimo en objeto al que se le pueda maltratar a placer. Es de rabiosa actualidad lo que ocurre con los emigrantes. <b>Armengol</b> en una viñeta dedicada al <i>Open Arms</i> presenta a una pareja sentada al extremo de un embarcadero mirando al mar. Dicen: “Ya no les es necesario construir campos de exterminio, tienen el Mediterráneo”. Añadamos la guerra para construir la paz con lo que se justifica la fabricación y venta de armamento que enriquece a unos pocos para producir millones de muertos. La violencia machista que considera a la mujer propiedad del macho que cree que si no es suya no puede pertenecer a nadie más. Que nadie escurra el bulto. Jesús considera el odio como una forma de homicidio. El odio no siempre conduce al derramamiento de sangre. Jesús, pero, lo considera un asesinato espiritual, “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás, y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de juicio, y cualquiera que diga. Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio, y cualquiera que le diga. Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5: 21,22). Visto desde la perspectiva de Jesús, la muerte no natural tiene una dimensión estratosférica.

Volviendo al <i>Open Arms</i>. Una viñeta publicada en “eldiario.es” muestra al barco que se dedica al salvamento marítimo de emigrantes, navegando de noche. Del firmamento cae una lluvia de estrellas. Desde la cubierta de la embarcación una madre y su hijo conversan: “Mami, me dijiste que las estrellas de la Unión Europea simbolizaban valores como la paz y la solidaridad, ¿no? La madre le responde con un escueto “Sí”. El muchacho hace esta reflexión: “Pues entonces no me extraña nada que se les estén cayendo”. A la Unión Europea se le pueden aplicar las palabras del senador norteamericano <b>Jesse Helms</b>: “No existe nación que pueda seguir siendo libre y ejercer liderazgo moral después de haber adoptado la doctrina de la muerte”.

Con el crecimiento espectacular de la extrema derecha, la situación peligrosa que se está produciendo nos alerta de un futuro muy inseguro que se nos echa encima. Es muy necesario que reflexionemos en las palabras del apóstol Juan: “El que odia a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos” (1 Juan 2. 11). El odio es lo apuesto al amor de Dios, lo que significa que el que odia a pesar de que se manifieste cristiano no tiene nada que ver con Cristo, que es la luz del mundo y que vierte su amor en quienes creen en Él. El apóstol Juan no puede ser más claro: “El que odia a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos”. Ceguera y tinieblas son sinónimas. Por esto a la Unión Europea le van como anillo al dedo las palabras de Jesús: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? (Lucas 6:39). Con la doctrina de la muerte como guía no debe asombrarnos que las democracias occidentales se parezcan a un navío al mando de un capitán inexperto navegando en aguas salpicadas de arrecifes. La ceguera del capitán le impide ver la luz del faro que le señala el puerto seguro. La doctrina de la muerte que occidente tiene como guía ha cegado a sus dirigentes para que no encuentren la salida del laberinto en que la han metido la incapacidad de sus dirigentes.

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