La práctica del descalcismo o barefooting, es decir, caminar descalzo como una práctica habitual, consciente e intencionada, permite a las personas interrelacionarse con su entorno en una dimensión mayor, más profunda, más cercana y poco conocida, algo así como sucede con la realidad aumentada (RA) empleada por los dispositivos tecnológicos.
Sé que tal vez resulte un tanto difícil pensar en términos “descalcísticos”, pues somos una sociedad hiper calzada, es decir, desde que nacemos nos colocan zapatos y hasta nos sepultan o creman con ellos, en consecuencia, son escasos los lapsos en los cuales podemos disfrutar del suelo con la planta de los pies.
Por otra parte, son obvias las ventajas más visibles de portar zapatos, por ello omitiré ahondar en cada una de ellas. Lo que quiero resaltar es que darnos la oportunidad de andar descalzos de manera frecuente o permanente nos abre una serie de dimensiones impensables, evidenciando con ello, al menos en este ámbito, cómo es que sacrificamos la expansión de la percepción de la realidad por comodidad.
A raíz de poner en práctica a nivel principiante algunas de las enseñanzas de Wim Hof, he ido descubriendo una realidad que estaba ahí, y que no obstante que he escrito en torno al descalcismo, es cierto que ello no equivale a adquirir la experiencia de primera mano.
Actualmente estoy corriendo muy temprano a la intemperie sólo en calzoncillos y eso me ha obligado a habituarme a lo que implica correr y caminar en clima muy fresco sin calzado.
He ido descubriendo cómo es que las temperaturas ambientales se ven reflejadas en el suelo, inclusive cómo es que en una misma habitación se pueden experimentar tres o más temperaturas en el piso. Mi experiencia sensorial en ese sentido se ha ampliado, además de que mi fortaleza ante los cambios climáticos se ha visto fortalecida.
Como es fácil de advertir, la percepción sensorial se ve modificada en el momento que decidimos andar descalzos con mayor frecuencia, pero eso es sólo el principio.
Fernando Acosta Reyes, fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), quien practica el barefooting desde hace aproximadamente cuarenta y cinco años, ha dado cuenta y teorizado en gran parte a lo que estoy tratando de compartirte en esta ocasión.
Por ejemplo, en su artículo “Descalcismo neopagano”, publicado en diciembre de 2016, Fernando abordó el barefooting, como una práctica que está más allá de “una moda o manifestación coyuntural de resistencia, es un CONTINUUM histórico, pues humanos de todas épocas y condiciones han recurrido a él, quizá siguiendo un llamado interno, una vocación… algo NATURAL, en el sentido más profundo”.
Por otra parte, en su artículo “El suelo que pisamos”, publicado en noviembre de 2017, Acosta Reyes aborda la calidad de los suelos a la luz del turismo descalzo, de la perspectiva visotáctil y hasta de las barefoot friendly cities.
En fin, tan sólo Fernando Acosta tiene más de veinte artículos publicados en Sabersinfin.com en relación al descalcismo, -quizá esto le convierta en quien más ha escrito en español en torno al tema-, y en cada una de sus aportaciones el lector puede identificar rasgos de una especie de realidad ampliada, desconocida para quienes no practican el descalcismo.
El descalcismo aporta a quienes lo practican información adicional: física, biológica, histórica, psicológica, emocional, cultural y sociológica de la realidad, conformando con ello lo que digo es una especie de realidad aumentada, que enriquece en mucho la “simple” realidad a la que estamos acostumbrados.
Como puedes ver estimado lector, hay dimensiones de la realidad de las que nos estamos perdiendo por no atrevernos a romper nuestros paradigmas, como en este caso, el concerniente al calzado.
A propósito, las reflexiones de Fernando Acosta y las de un servidor, están conformando un corpus teórico desde nuestra cultura para el mundo.
En próximas entregas iré compartiéndote más al respecto.
Nos vemos en la próxima entrega. Te espero.
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