Los medios abusan de palabras que solo transmiten emociones pasajeras o que son vacías de conceptos. Son buenas captadoras de clientela mediocre. Y generadoras de fama etérea y dinero fácil. Pero no mejoran ni enriquecen la sociedad. Es un virus que se extiende ràpido.
Ocurre en las páginas informativas y en la de opinión. No requieren demasiado esfuerzo ni mucha cultura. Basta un bagaje mediocre o una capa de barniz y una cierta habilidad. Por esto tiene tantos adeptos. Suele ser un 'modus vivendi' atractivo.
También se da en novelas de éxito pasajero y en ensayos supuestamente sesudos, de los que todo el mundo habla y que los 'in' llevan bajo el brazo o leen en el metro. Pero resulta que hacen opinión, opinión de temporada, como las canciones de verano.
Poco o nada se habla de esta epidemia. Quien se atreve es malvisto. No es 'progre', dicen. Antes que te cuelguen semejante etiqueta es preferible morirse. El jurado popular de los necios ya te ha condenado de por vida.
¿Què hacer en esta situación y ante semejante despropósito? Pues que se mobilicen las élites sociales en todos los terrenos. Si aún existen, claro. Casi un milagro, pero sí que las hay. No van con pancartas ni megáfono. Viven refugiadas en el trabajo duro y en el silencio. Hasta que alguien las descubre.
Quizás un director inteligente de diario, revista o programa se atreve a llamarlas y concederles un espacio. Entonces, quizás, llegará el boom. Seguramente bien remunerado.Pero, cuidado, que el boom no las estropee, la popularidad es deliciosa, pero destroza valores auténticos, es un veneno.
Otro remedio posible es que las asociaciones serias de profesionales, de cualquier rama, entren por los senderos de la autocrítica, en busca de la calidad. Las del periodismo, el academicismo, las artes y la cultura en general. Y la política!. Entonces, !oh diós!, empezará a soplar un aire fresco, limpio, reconfortante...
Claro que no sabemos si esto llegará ni cuando. Mientras, la gente se nutre de palabras emotivas o vacias de seso. Las élites –demasiadas- , siguen dormitando. Y todos nos empobrecemos cada dia más, nosotros y la convivéncia.
|