Decía Nietzsche que la demencia en el individuo es algo raro; pero en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla. Yo le agregaría que es normal la demencia en grupos o partidos cuando se dejan adoctrinar por alguien que padece demencia senil.
En una reciente publicación de la cadena venezolana Telesur, identificada con la revolución bolivariana, se informaba que el presidente electo de Paraguay, Horacio Cartes, mantiene excelentes relaciones con el presidente venezolano Nicolás Maduro y que su intención era lograr la reinserción del Paraguay en el Mercosur.
En respaldo a esta tendencia, el presidente del Congreso paraguayo Alfredo Jaegli declaró al medio venezolano NTN24 que si Nicolás Maduro asiste a la toma de posesión del presidente Horacio Cartes el 15 de agosto, será bienvenido al Paraguay.
“Dígale al presidente Maduro que aquí será bien recibido“ declaró Jaegli ante un requerimiento del medio caribeño, precisando que desea el progreso de su pais trabajando de la mano con Venezuela, y que será el primero en apoyar todo lo que facilite ese entendimiento”.
El diario ABC color, dirigido por el longevo empresario Aldo Zucolillo, intenta instalar en la sociedad paraguaya la bizantina discusión sobre si Maduro debe o no asistir a la toma de posesión del gobierno electo por el electorado paraguayo, con un discurso fundamentalista y anacrónico, cargado de resentimiento anti-integracionista. Para el efecto, ha puesto en entredicho la legimitidad de las declaraciones de algunos miembros del equipo de transición nominado por Horacio Cartes, como Leila Rachid.
Cartes aclaró que este equipo de transición goza de su total confianza y respaldo, a través de su cuenta en Twitter, y aunque reconoce que tal vez no sea necesario que Venezuela esté presente en su investidura, la lógica señala que tarde o temprano Nicolás Maduro aterrizará en Paraguay para ser recibido con todos los honores correspondientes.
El diario ABC color es conocido por haberse vinculado décadas atrás con el NED, fondo anticomunista creado por el Congreso de Estados Unidos con el objetivo de sabotear al sandinismo en la década de 1980. El director-propietario de ABC color incluso fue recibido aquel entonces por el entonces vicepresidente de Ronald Reagan, George Bush, a través del cual logró captar fuertes sumas en dólares para sus campañas en Paraguay. También se conocía su vinculación con la SIP, un núcleo duro de fortunas latinoamericanas dedicadas entre otras cosas a la prensa, y más recientemente salieron a la luz sus lazos con las empresas de la Secta Moon.
Quienes conocen la realidad de la SIP han señalado que en realidad el grupo tiene poco de “interamericano”, y que sería más apropiado llamarla Sociedad Imperial de Prensa, lo cual incluso le permitiría conservar sus siglas. “Esta organización de los dueños de grandes periódicos de la región latinoamericana –señalan los defensores de la revolución bolivariana- oculta por debajo una compleja estructura de poder mediático totalitario que controla absolutamente todo lo que el ciudadano debe conocer o ignorar, a fin de manipular su voluntad y eliminar su capacidad de pensar”.
Los libretos de ABC color son tan simples como los que propalaba la dictadura de Stroessner, para justificar su obsecuencia al imperio norteamericano. El Paraguay es un país abusado por las potencias de la región, que sólo recibe beneficios de la intervención estadounidense.
El ingreso de Venezuela al Mercosur fue producto de una maniobra vejatoria contra el Paraguay, según Zucolillo, por lo cual el país debe resistirse con alma y vida, aunque en verdad la población nunca fue consultada al respecto. Aprovechando la falta de autonomía de pensamiento de algunos políticos que manipula, Zucolillo se cree capaz de imponer su tesis de que “La aceptación lisa y llana del borrón y cuenta nueva en el Mercosur será un lamentable error estratégico”, premisa que como tantas otras conlleva el pecado original de la falta de realismo.
Debe reconocerse que la línea editorial de ABC se ha caracterizado siempre en lo político, por una inclaudicable defensa de los argumentos de la ultraderecha, y en lo diplomático, por un intransigente anti-integracionismo. Al enfocar temas económicos, las ideas neoliberales son su sello inconfundible, y al tratar temas históricos, un inalterable legionarismo.
Sin embargo, el corto entendimiento de la clase política paraguaya ha hecho que muchos tomen a este medio empresarial como exponente del “nacionalismo” paraguayo, o finjan tomarlo así para lograr destaque en sus páginas.
El avance del periodismo digital y el creciente protagonismo de las redes sociales van restando margen de credibilidad a estos manotazos de ahogado, como es previsible, y todo indica que Zucolillo ya no tiene posibilidades de victoria. Con su mirada tuerta en tiempos de la hiperconexión en tiempo real, sólo le queda prolongar la guerra en una larga retirada hasta su completa aniquilación.
Y como dice una humorada anónima en la web: “No más medios de comunicación, los queremos completos”.
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