“Luis, nada es fácil, pero hacemos lo que podemos. Ánimo”. Mariano Rajoy a Bárcenas vía SMS en febrero de 2012. Escándalo político de aúpa, si es que en la casa de la gaviota no tenían bastante con lo que Pedro J., está en la operación retorno, andaba ya destapando estos días. El argumentario popular, están que no les llegan el agua al cuello y no saben cómo reaccionar, pobre pobretón: “los que critican al presidente, cuya honradez está fuera de toda duda – yo he estado en su casa, añade el portavoz popular Marhuenda-, están en connivencia con un delincuente”. No se molestan los populares ni en anteponer el políticamente correcto, y por tanto centrista, “presunto”. Que dicho presunto fuera durante 20 años quien controlara las cuentas del centro-derecha español, parece no importar. Que Rajoy nombrase al presunto tesorero, tampoco. Que en marzo de este mismo año el actual presidente del gobierno de España se estuviera intercambiando mensajes con el presunto, es un detalle sin importancia.
No cuela. Como no cuela que Alfredo Pérez Rubalcaba, ERE que ERE, se ponga estupendo en plan despechado, cual señor que acaba de descubrir que su pareja le es infiel, y largue a los cuatro vientos que rompe relaciones con Mariano Rajoy, además de pedir su dimisión.
Lo cierto es que los suyos, algunos de los hasta hace poco más fieles, comienzan a desmarcarse de Mariano Rajoy. Alberto Ruíz Gallardón sigue esperando, lleva décadas esperando, heredar. Se volverá a quedar con las ganas. Su escaso capital político, siempre fue mucho menos de lo que él se piensa que es, lo ha dilapidado en pocos meses en el gobierno y nadie, pero nadie, se fía ya de él. Ni siquiera sus antaño tradicionales aliados mediáticos. El caso Nóos, además, se encargaría de pintar negros nubarrones sobre su futuro político, si se pasase de la raya. En la judicatura, desde luego, ganas le tienen. Si no logra su sueño antes del otoño su carrera política habrá terminado.
Estamos asistiendo posiblemente al fin de la carrera política del registrador de la propiedad. Fin decretado por el sistema, del IBEX a la banca. Cuestión distinta es si éste, tengo para mí que no, se dejará matar.
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