Carrie Lam, la jefa del ejecutivo hongkonés, ha apelado a la ley de emergencia para prohibir el uso de máscaras durante las manifestaciones. La norma, que fue utilizada por última vez en 1967 en los enfrentamientos entre pro-comunistas y el gobierno colonial, ha entrado en vigor este 5 de octubre a las 00:00. A los infractores que incumplan la norma les podrían caer una pena de prisión de hasta un año y una multa que podría alcanzar los tres mil euros.
Bajo el lema Hong Kong se defiende miles de manifestantes han salido a las calles este viernes donde han mostrado su rechazo. “ Básicamente, el gobierno con esta ley nos está diciendo que el modelo un país dos sistemas ha dejado de existir. Tenemos que defendernos y hacerles llegar el mensaje de que esta no es la manera de gobernar” dice una joven investigadora en la universidad de Ciencias Sociales.
Aunque Lam insiste en que Hong Kong no se encontraría bajo un estado de emergencia la posibilidad de invocar esta ordenanza, como ha hecho para la aprobación de esta ley, permitiría al gobierno aprobar de urgencia cualquier norma que considerase necesaria por el bien del interés público sin tener que pasar por el parlamento. El uso de esta ley colonial permitiría al gobierno recortar la libertad de expresión, prensa y reunión. Además de realizar detenciones, arrestos y deportaciones cuando lo considerase oportuno.
El gobierno defiende que el uso de máscaras en las protestas es una de las causas de la explosión de la violencia en las calles ya que dota a los manifestantes de anonimato y les permite actuar con impunidad. La visión de los que han salido a las calles es muy distinta dicen que el uso de esta norma es una estrategia para continuar recortando las libertades de los ciudadanos de Hong Kong.
Después de una noche de violencia, este sábado Hong Kong se ha despertado incomunicada. Las estaciones de metro en la ciudad autónoma permanecen cerradas desde primera hora de la mañana junto a la mayoría de los centros comerciales. Los únicos comercios abiertos se han visto colapsados por la afluencia de personas que han corrido a hacer sus compras por miedo a quedarse sin alimentos durante el fin de semana.
Lo que ha quedado claro desde el anuncio es que lejos de apaciguar los ánimos la medida no ha hecho más que echar leña al fuego. Este domingo se prevé será un nuevo fin de semana de violencia en las calles.
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