El actual conflicto sirio se enmarcaría dentro de la estrategia diseñada a raíz de la reunión del jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, general Martin Dempsey, con su homólogo de Defensa de Israel, Benny Gantz; y que contaría con Jordania, Arabia Saudí Turquía y Qatar como colaboradores necesarios para romper el eje Teherán-Damasco-Beirut y obligar a Irán a renunciar a sus aspiraciones de la energía nuclear, siguiendo las tesis geopolíticas de George Kenna, diplomático y consejero norteamericano en la década de los 40 e ideólogo de la denominada política de contención de la URSS.
Por otra parte, el acuerdo de cooperación energética de 2010 entre Irak, Irán y Siria para la construcción del gasoducto de South Pars a Homms, que conectaría el Golfo Pérsico con el Mar Mediterráneo, relativizaría la importancia estratégica del Proyecto del Gasoducto Trans-Adriático (TAP), (sustituto del fallido gasoducto Nabucco proyectado por EEUU para transportar el gas azerí a Europa a través de Turquía), así como el papel relevante de las monarquías árabes del Golfo como suministradores de crudo a Occidente. Este hecho además explicaría el afán de Qatar, Arabia Saudí y Turquía por defenestrar a Al-Asad, dentro del rol que se les ha asignado como peones de la partida geoestratégica y que podremos contemplar en el próximo quinquenio.
El incidente por el presunto uso de armas químicas por parte del régimen de Assad en las proximidades de Alepo, ya denunciado en marzo de este año, tuvo como efecto colateral el esbozo de Obama de su línea roja al afirmar que “el eventual uso de armas químicas por parte del régimen sirio abriría la posibilidad de una intervención militar”, puesto que son consideradas armas de destrucción masiva por parte de Naciones Unidas y su uso, producción y almacenamiento se encuentra prohibido por la Convención sobre las Armas Químicas de 1993.
De esta forma el presidente de EEUU exigió una comprobación fehaciente “in situ” de la veracidad del ataque, confiando en las tesis de Brzezinski, ex-asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca bajo la presidencia de Jimmy Carter; quien advirtió ya en junio sobre los peligros de una intervención en Siria y el riesgo de una supuesta victoria de los rebeldes.
Sin embargo el impacto mediático de la difusión de imágenes de cadáveres, provocados, según la oposición, por las autoridades sirias tras bombardear con gas sarín la región de Ghoutta (en un hecho corroborado por Médicos sin Frontera) obligará al dubitativo Obama a traspasar su Rubicón particular y adentrarse en el avispero sirio.
Aunque según la televisión estatal siria, el Gobierno de Bashar al Assad habría llegado a un acuerdo con los inspectores de la ONU, por el que podrán comenzar su investigación en el lugar en el que presuntamente ocurrió un ataque con armas químicas el pasado miércoles cerca de Damasco, la decisión de atacar Siria estaría ya decidida, por lo que Estados Unidos habría reaccionado con escepticismo al anuncio de Damasco señalando que “el anuncio del régimen sirio llega muy tarde para ser creíble”, según AFP.
Hay que recordar que ya en 2003, EEUU utilizó la acusación de posesión y uso de gases de combate por parte del gobierno de Irak como justificación para agredir ese país y que el entonces secretario de Estado Colin Powell, llegó incluso a mostrar una ampolleta de gas licuado como prueba de aquellas alegaciones, aunque sólo después de la destrucción de Irak, el propio Powell reconoció que aquellas supuestas pruebas eran falsas y que él mismo había mentido a la comunidad internacional.
Inicio de la ofensiva terrestre
Según el diario alemán Die Welt, sólo un cinco por ciento de las bandas opositoras armadas que tratan de derrocar al presidente Bashar al-Assad estarían integradas por sirios del Ejército Libre Sirio (ELS), estando el resto de la “insurgencia armada” compuesto por grupos extremistas procedentes de Libia y de países de África que llegaron a Siria para la llamada Yihad o Guerra Santa, como el Frente al Nusra, vinculado a Al Qaeda en Irak; o Anhar al Sham, que propugna un tipo de Gobierno para Siria similar al que impusieron los talibanes en Afganistán.
Asimismo no se puede olvidar que la oposición siria habría sufrido en los últimos meses varios reveses significativos en el campo de batalla y tiene actualmente dificultades para mantener bajo su control los últimos reductos de la ciudad de Alepo, ante el empuje del Ejército de Assad, apoyado por milicianos de Hezbolah.
Según el diario Der Spiegel, EEUU usaría a Arabia Saudí como intermediario para entregar a los rebeldes sirios misiles tierra-aire de corto alcance de tipo MANPADS, (misiles portátiles que pueden alcanzar aviones o helicópteros que vuelen a baja altura y que ya fueron utilizados en 1.980 por los muyahidines afganos contra las tropas soviéticas), aunque entre las cancillerías europeas existe el temor de que este sofisticado armamento caiga en manos de seguidores de Al Qaeda o del ‘wahhabísmo’ salafista para ser luego ser utilizadas contra los intereses occidentales.
Por ello un primer grupo de 250 rebeldes, entrenados en tácticas de operaciones especiales por instructores norteamericanos y de Jordania, (con armamento de origen ruso suministrado por Arabia Saudita y bajo mando conjunto de Estados Unidos y Jordania) y un segundo grupo de 300 combatientes habrían cruzado la frontera desde Jordania y estarían cooperando con grupos rebeldes locales sin vínculos con el yihadista Jabhat al-Nusra (Al Qaeda en Siria), según Debkafiles.
Esta ofensiva terrestre habría visto la luz verde tras la del jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU a las fuerzas estadounidenses desplegadas en Jordania y tras inaugurar la sala de guerra subterránea cerca de Amman para el mando de la operación en Siria, según las mismas fuentes militares de Debkafiles. En este sentido el plan de Washington consistiría en controlar la zona de Deraa para crear una zona de contención y una de exclusión aérea en el sur, según el diario francés Le Figaro, mientras que Estados Unidos habría dejado en territorio jordano a un millar de soldados responsables de la flota de drones, misiles Patriot y aviones F-16 necesarios para implementar el área de exclusión que permita dibujar una franja que, llegaría por el norte hasta Deraa y por el esta hasta Jabal, territorio que abarcaría la futura República Libre Siria.
Zona de exclusión aérea
EEUU habría sopesado la posibilidad de establecer una zona de exclusión aérea en Siria, (posiblemente cerca de la frontera con Jordania mediante armas tele-dirigidas y misiles Patriot en Turquía, según informó Reuters citando a diplomáticos occidentales). Así Elliott Abrams, un responsable en las administraciones de Bush y Reagan, afirmó que "el uso de las fuerzas aéreas de Assad ha sido una enorme ventaja para su régimen, y su eliminación o debilitamiento inclinarían la balanza para los rebeldes", según cita la agencia Reuters.
La implementación de esta zona serviría para detener los bombardeos del régimen sobre los rebeldes y estaría acompañada de la apertura de pasillos humanitarios para atender a los millones de sirios que no pueden cubrir a diarios sus necesidades básicas (la ONU estima que casi 7 millones de personas requieren ayuda de emergencia). Pero también implicaría neutralizar los sistemas de defensa aérea del régimen y derribar aviones sirios.
Sin embargo, según advierte Frederic Hof, exrepresentante especial de Estados Unidos a Siria, “las zonas de exclusión aérea no acabarían con el principal asesino, la artillería, puesto que Siria dispone de un efectivo sistema de defensa aérea que pondría las cosas muy difíciles a los aviones estadounidenses así como a una hipotética coalición internacional”. El problema radica en que la decisión de implantar este espacio sólo puede ser tomada por el Consejo de Seguridad de la ONU, una opción que está descartada al ser Rusia miembro de dicho Consejo con derecho a veto lo cual implicaría que EEUU incumpliera de nueva la legalidad internacional.
La ONU como convidado de piedra
George Kennan, en una de sus citas más conocidas, afirma que “ocasionalmente, las Naciones Unidas sirvieron para un objetivo útil, pero a la larga han creado más problemas que los que han resuelto y han llevado a una dispersión de nuestros esfuerzos diplomáticos y en nuestros esfuerzos para utilizar la mayoría en Naciones Unidas para propósitos políticos importantes, estamos jugando con un arma peligrosa que algún día puede volverse contra nosotros mismos. Es una situación que justifica por nuestra parte estudios y previsiones cuidadosos”.
Bajo la actual situación es evidente que Estados Unidos proseguirá con su endémica política de desprecio al Derecho Internacional y no sería descartable la utilización del precedente Kosovo, alegando motivos humanitarios. La situación en Siria tendría mucho en común con los prolegómenos de la guerra kosovar, ya que aunque en ambos casos los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y milicianos en esa región serbia dejaron cientos de muertos civiles, Rusia (aliada de Serbia y con derecho a veto), se opuso a una intervención militar en el Consejo de Seguridad de la ONU hasta que la acusación hecha por los separatistas albaneses contra las fuerzas serbias de asesinato de civiles, (Masacre de Srebrenica), sirvió de pretexto suficiente para que la OTAN lanzara un bombardeo de 78 días contra la entonces Yugoslavia, en una operación decidida por el entonces presidente Clinton sin contar con la autorización de la ONU.
En consecuencia, en los próximo días podríamos asistir al inicio de la operación militar bautizada como “Free Syria”, con EEUU encabezando una coalición internacional que contaría con Reino Unido, Francia, Turquía, Jordania, Qatar y Arabia Saudí como colaboradores necesarios y que previsiblemente se limitará a una puesta en escena en la que los actores participantes usarán el escenario sirio como banco de pruebas para un posterior conflicto a gran escala que, englobará a Israel y Egipto y podría reeditar la Guerra de los Seis Días en el horizonte del próximo quinquenio.
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