Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Reflexión | Religión | Stephen Hawking

El discurso del odio

”Todo aquel que odia a su hermano es un homicida”
Octavi Pereña
martes, 15 de octubre de 2019, 10:32 h (CET)

El periodista Eusebio Val pregunta a la filósofa Carlota Casiraghi: ¿Qué pasión negativa le inquieta más? He aquí la respuesta: “El dio. El discurso del odio se infiltra por todas partes. Empieza por pequeñas frases, burlas, estigmatizaciones. Es lo que me inquieta más, excluir de la humanidad a una parte de las personas. ¿Por qué se llega a pensar que a ellas no se les tiene que aplicar los derechos humanos? Eso es insoportable. Hemos vivido hechos muy catastróficos de genocidio, y todavía existen muchos lugares de extrema fragilidad en donde se puede desencadenar. Pienso que no somos lo suficiente conscientes”.

Me quedo con: “pienso que no somos suficiente conscientes”, para empezar a redactar el discurso del odio que es el título que le he dado a este escrito. ¿Cuál es la causa de la falta de conciencia que vende la filosofía del odio que se extiende como una mancha de aceite? El odio es el efecto de una causa. ¿Cuál es la causa? Nuestra sociedad ha abandonado a Dios. El vacío que ha dejado en el alma su ausencia debe llenarse con otra cosa. El ser humano ha sido creado para tener a Dios en su interior. El alma no puede permanecer vacía. La vacuidad debe llenarse. Si ha desechado a Dios que es el legítimo inquilino, tiene que ir a buscar dioses que lo sustituyan. ¿Por dónde empezar? Satisfacer el ego. De ahí nace el narcisismo. Yo soy el mejor. Todo el mundo tiene que estar a mi servicio, y a todas horas. Lo diferente le enoja porque daña a su ego. Le duele. No puede soportarlo. Amparándose en su supuesta fuerza lucha contra lo inmediato. De ahí nace el machismo y el feminismo. El racismo, la lucha entre razas. Las guerras de religión: el islam contra el cristianismo. Los odios culturales tan en boga hoy. Los nacionalismos exacerbados, los propios no deben excluirse. Los fanatismos políticos de cualquier color…Todos son hijos del ego que no encuentra paz porque no está en paz con Dios ni consigo mismo. El hecho de haber defenestrado a Dios de sus vidas no significa que Él haya abandonado el derecho de gobernar a la criatura que ha creado. Cuantos más conflictos crea menos paz y con menos paz más conflictos. Es el pez que se muerde la cola. Sin Dios el discurso del odio no tiene solución.

Charles Baudelaire compara la persona que odia con “el borracho en el fondo de la taberna que constantemente apaga la sed con más alcohol”. Nunca tiene bastante. Para evitar el síndrome de abstinencia debe inyectar más odio en el vano intento de satisfacer las insensatas necesidades del alma. El ojo por ojo ciega a quien lo aplica en las relaciones sociales.

Debido a que somos descendientes de Adán, todos sin excepción somos engendrados en pecado. El odio es una manifestación del pecado. El antídoto contra el odio es el amor de Dios. No el amor al dinero. No el amor a la Patria. No el amor a la Iglesia. Estos amores engendran odio. Únicamente el amor de Dios puede frenar la escalada de violencia que engendra el odio que hace que la sociedad se encuentre en un estado de confrontación permanente.

Sobre la existencia de Dios el escritor Adrià Pujol Cruells hace esta declaración: “No creer en Él es de holgazanes. No creer en Él es muy científico, pero estás obviando una de las grandes fuerzas que tenemos, que es la capacidad de trascendencia, de pensar qué coño hacemos aquí. Creyente, no, descreído jamás. Stephen Hawking pasó cincuenta años de su vida intentando demostrar que Dios no existía y en el lecho de la muerte dijo que quizás un poco sí creía”. Si lo que dice Adrià Pujol de Stephen Hawking es cierto, se le pueden aplicar al científico lo que el rey Agripa le dijo al apóstol Pablo en respuesta al intento de convencerle que Jesús es real, no un mito: “Por poco me persuades a hacerme cristiano” (Hechos 26: 28). Faltar poco para sr cristiano es lo mismo que no serlo. No se posee el Espíritu Santo que da al creyente en Cristo el don de amar. El amor de Dios en el creyente es el antídoto contra el odio. No hay otra medicina.

Los sucedáneos no sirven. Los tratamientos sicológicos y las terapias de grupo, no funcionan. El llamado imperio de la ley puede atacar, juzgar, condenar hechos concretos de odio. No siempre lo consigue porque la parcialidad de los jueces lo impide. Jamás puede atacar la causa del odio que es espiritual. A la causa, al hombre no le está permitido meter la nariz. La causa del odio solamente tiene una medicina: Jesús, no un Jesús folklórico como se evidencia en las procesiones de Semana Santa. Es el Jesús que muere crucificado en la cruz del Gólgota y resucitado en el tercer día.

La sangre del Crucificado “limpia todos los pecados” (1 Juan 1: 7), incluso el del odio. Los otros remedios son paliativos que dan la sensación de curación. La enfermedad sigue viva en el fondo del alma esperando la oportunidad de estallar con virulencia como lo hace el volcán cuando despierta de su sueño.

Noticias relacionadas

Igualdad Animal expone y denuncia graves violaciones de la mínima normativa en dos granjas de cerdos en España en agosto de 2024. La primera de las granjas, ubicada en el municipio de Ontiñena (Huesca), está presuntamente vinculada a la empresa Joaquín Bayona y CIA S.C. ligada a Piensos Costa. Paradójicamente, esta empresa anuncia en su página oficial haber sido la primera del sector en obtener el sello en Bienestar Animal certificado por AENOR.

Los intereses a corto plazo de agricultores y ganaderos no siempre son coincidentes, pero a largo plazo, que es como hay que ver estas cosas, un sector no es nada sin el otro. Por eso, la estrategia de éxito de este sector primario en su conjunto tiene que consistir en la colaboración y complementación de ambos, y en afrontar juntos los ataques que llegan desde fuera, que son muchos.

En Perú el sultán de Brunéi, recibió los galardones máximos del municipio capitalino (las llaves de Lima), del Congreso (a Medalla de Honor del Parlamento en el grado de Gran Cruz) y de la República (el gran collar de la orden del sol, la máxima premiación del laurel más antiguo de las Américas, uno que se remonta a 1821, cuando se inició nuestra república).

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto