Una cosa sí le tenemos que reconocer al Partido Popular: en los últimos tiempos está ofreciendo espectáculo. En lo de dar pan al pueblo no anda precisamente fino, pero en lo del circo, se sale.
No obstante, es justo reconocer que a veces los de Génova 13 se pasan de frenada. Hoy es 18 de octubre, la fecha señalada en el calendario para la vuelta de Belén Esteban a Telecinco. Y mira por dónde, su gozo, en un pozo. De buena mañana, otra noticia del quore ha pasado a ser la comidilla nacional: el exministro de Trabajo con Aznar, Manuel Pimentel, ha reconocido ser el padre del hijo de 7 años de la presidenta del Partido Popular de Cataluña, Alicia Sánchez Camacho. ¿Le habrá parecido bien a De Cospedal?.
La verdad es que los dirigentes del Partido Popular son dignos de admiración. Algunos son capaces de dejarse la piel defendiendo los postulados de la Iglesia, para luego incumplirlos manifiestamente en el día a día.
De todas formas, ya se sabe que el roce hace el cariño y que de la política al amor hay solo un paso. En la Comunidad Valenciana hace tiempo que conocen este tipo idilios. No en vano, un controvertido expresidente de una Diputación Provincial formalizó hace algunos años una relación sentimental con su entonces jefa de prensa, casi treinta años más joven que él. Y más de un lustro después, el amor continúa, a pesar de las adversidades.
No solo da espectáculo la presidenta del PP de Cataluña. Sánchez Camacho tiene un colega más al sur, Alberto Fabra, entregado igualmente a las artes escénicas. Anoche se marcó un sarao en la capital del Turia, revestido de ‘Acuerdo por la sociedad valenciana’, en cuyo acto de presentación hicieron uso de la palabra cuatro personas en nombre de la sociedad civil. Una de ellas fue la televisiva, Cristina Tárrega, quien poniéndose por montera el traje de dar discursos en Valencia, aseguró que “los valencianos somos muy poderosos, porque tenemos una cosa que se llama ganas”. Por si su valencianía no quedaba suficientemente reconocida, añadió que está “orgullosa de ser valenciana porque lo he mamado” y que “en breve volveré a mi tierra, es mi sueño”. Para tan pretendida solemnidad, demasiada simpleza discursiva. Seguramente a tono con el nivel exhibido por la presidenta de la Diputación de Alicante, Luisa Pastor, quien ayer se atrevió a decir que “en un desfile de modelos, nadie a va coger a un cojo”. De esta forma tan grosera valoraba unas recientes palabras de Alberto Fabra, en las que aseguraba que en las listas electorales del Partido Popular “no habrá imputados”.
Da la impresión de que se impone el estilo provocador de Montoro, capaz de sostener que los sueldos crecen en España de forma moderada, o de sugerir que la crisis del cine español está relacionada con la mala calidad de las películas que se llevan a la gran pantalla. Obviamente, la brutal subida del IVA del año pasado, nada tiene que ver con el cierre de salas. ¡Faltaría más!.
No quisiera olvidarme de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, quien parece no tener escrúpulos a la hora de retorcer datos, con el fin de levantar la sospecha sobre la población desempleada y perceptora de un subsidio.
Y por último, Gallardón, capaz de ruborizarse y decirse agraviado al ver unos pechos de mujer desnudos en la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados. Una lástima que resulte tan manifiesta su incapacidad para alzar la voz ante el presidente de la Comunidad de Madrid, a fin de censurar el retraso de muchos meses en la realización de mamografías para la detención precoz del cáncer de mama.
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