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El motín del aceite

Por lo visto Cañete piensa que los ciudadanos son unos tontos de baba incapaces de diferenciar entre un aceite de oliva malo y uno bueno
Almudena Negro
lunes, 18 de noviembre de 2013, 08:23 h (CET)
"La prohibición de las aceiteras es la radiografía perfecta de un sistema socialdemócrata a punto de implosionar, en el que la clase oligárquica cree que puede seguir haciendo lo que le dé la gana".

El 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en el useño Boston, cuando Gran Bretaña decidió gravar dic producto para beneficio de la Compañía Británica de las Indias Orientales, a quien los colonos de USA boicoteaban al comprar el té holandés, el llamado “motín del té”. Un motín que sirve de inspiración al conocido “Tea Party” norteamericano. Movimiento manipulado por la prensa europea, y en el cual se agrupan varias tendencias, pero cuyo punto en común es la firmeza contra los impuestos. Sea como fuere, el “Tea Party” constituye ya todo un movimiento social en el país que desgobierna Barack Obama.

Y ahora puede surgir gracias a la penúltima ocurrencia del gobierno socialdemócrata, para quien el Estado es Dios, de Mariano Rajoy, el motín del aceite en esta España prerrevolucionaria en donde la gente ya tiene inserto en su inconsciente que todo lo que nos llevan contando décadas es un gran camelo y en donde nadie confía en el ordenamiento jurídico. Una versión española de lo sucedido años atrás en EEUU. Y es que Arias Cañete, ministro que aspira a comisario europeo y político con coche oficial desde hace lustros, ha hecho suya una absurda idea rechazada por la Comisión Europea. Y le cuenta a los españoles que lo hace por su bien, que es la justificación habitual de los estatistas para cometer sus consabidas tropelías.

El gobierno ha decidido imponerle a los españolitos que con todo tragan, y especialmente al ya tocado sector de la hostelería y a unos ciudadanos que verán aumentar los precios en dicho sector, por la vía del decretazo la prohibición del uso de aceiteras reutilizables. Por lo visto Cañete, quien cree que no sabemos distinguir entre un yogur caducado y uno que no lo está, piensa también que los ciudadanos son una especie de tontos de baba incapaces de diferenciar entre un aceite de oliva malo y uno bueno. Esto en España, país productor por excelencia de aceite de oliva. Aceite, por cierto, que ya estamos plantando en Marruecos, gracias a las políticas intervencionistas del consenso socialdemócrata europeo en general y la ferocidad fiscal española en particular.

Con las vinagreras aún no se ha metido el señor Cañete. Sin duda porque la presión de los lobbies del vinagre es menor. O porque no se le ha ocurrido.

La liberticida medida imagino será inmediatamente denunciada por cuanto seguidor de la neoreligión ecologista puebla la piel de toro, por lo evidente. ¿Se imaginan la cantidad de residuos que la decisión del Consejo de Ministros va a causar?.

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