Hace ya mucho tiempo, como habrán observado los lectores habituales, que estoy convencido de que el problema no son las derechas o las izquierdas sino las derechas y las izquierdas. Ambas tratan de administrar la democracia, su democracia, pero la cuestión no es administrarla sino reformarla, modificarla y rehabilitarla.
Yo me decidiría a elegir entre derechas o izquierdas si sus programas se cumplieran, pero sobre todo si incluyeran críticas y contundentes decisiones hacia los propios corruptos, por ejemplo, puesto que la corrupción no tiene un bando sino que traspasa fronteras ideológicas. Si el lector tiene suficientes años y memoria recordará casos como el del popular Naseiro y los de la última época de Felipe González. Y si de Izquierda Unida habláramos también tienen razones para callar avergonzados, eso sí, habiendo tocado menos poder.
Uno se harta de oír a la cúpula del PP defender sus sobresueldos "ensobrados" mientras dirigen su artillería ideológica contra las torpezas del PSOE. Igualmente la propia capacidad de asombro llega a sus límites cuando todas las izquierdas del mundo se confabulan para defender o minusvalorar las prácticas mafiosas de los sindicatos andaluces. La honradez y la decencia, además de la sinceridad y la hombría de bien, debería llevar a unos y a otros a un claro y explícito reconocimiento de los propios errores para, tras haber tomado las pertinentes medidas, pedir cuentas al partido de enfrente.
Aún retorciéndome las entrañas me sentiría miembro de alguna de esas banderías si cualquiera de ellos hubiese perseguido a los consejeros mafiosos de las Cajas de Ahorros que, de derechas, izquierdas, mediopensionistas y sindicalistas, han colaborado con su falta de honorabilidad en la destrucción de la riqueza de España. En el asalto indisimulado que unos y otros han perpetrado a la sociedad se han enriquecido con sueldos ignominiosos, con comisiones legales pero ilegítimas y con concesiones irregulares todos ellos, con independencia de sus preferencias y procedencias ideológicas, sin embargo nunca se ha oído a sus mentores ideológicos protestar del latrocinio producido y reclamar justos castigos.
Yo me haría de centro derecha, qué absurda contradicción, si el PP admitiera que está cargando las consecuencias de la crisis sobre los más débiles, si admitiera que en vez de reformar el angustioso Estado que nos maladministra ha preferido recortar en Educación, Sanidad o en Dependencia, por ejemplo, y pidiera perdón por ello.
Yo me haría de... (¿De izquierdas o de centro izquierda?) ...del PSOE si su cúpula admitiera los errores del veedor de nubes y pidiera perdón por habernos engañado, como ha admitido Solbes (aún tiene que disculparse y purgar sus culpas), arrastrando la economía española a la situación de caos actual, causando tanto paro, tanta hambre y tanto sufrimiento.
Yo me haría de derechas o de izquierdas si cualquiera de los tres grandes partidos admitiese sus culposos devaneos con los nacionalistas, admitiendo sus chantajes a cambio de votos o siendo más nacionalistas que los nacionalistas en el País Vasco o en Cataluña, pero llamando fascistas, franquistas y retrógrados a quienes hablan de España o lucen su bandera.
En definitiva, que el gran problema no es administrar la democracia sino reformarla y a ello no están dispuestos ninguno de ellos. ¿Un ejemplo? Lo que cada cuatro años pasa con las leyes de Educación.
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