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Black Friday: se venden esclavos negros a precio de saldo

El 30 de noviembre del año pasado se hizo una consulta a la Central Intelligence Agency publicada en su “The World Factbook”
Juan de Dios Ramírez Heredia
martes, 3 de diciembre de 2019, 08:37 h (CET)

Que nadie se alarme antes de tiempo. Sobre todo, quienes defienden el “Viernes Negro” como la gran apoteosis de la venta de todo lo que existe. “El negoci és el negoci” como reza el libro de Josep Roure i Torrent. Ante el altar del dinero todo el mundo se arrodilla. Así que hay que estigmatizar con todo tipo de argumentos las versiones que pudieran dificultar que el Viernes Negro sea el gran día del negocio.

Antes de redactar estas líneas me he leído un montón de páginas que tratan sobre el Black Friday y todas han sido divulgadas por medios que, de una forma u otra, tienen una relación de cierta dependencia con operaciones de publicidad o de compra venta de toda índole. Es explicable. No obstante, debo confesar que no he sido capaz de encontrar ningún argumento suficientemente sólido para establecer con seguridad histórica cual es el origen de esta jornada que justifique su nombre.

El Black Friday evoca el día que en los Estados Unidos se vendían los esclavos negros con grandes descuentos


Dicen algunos narradores que fueron dos personas, J.R. Smith, famoso jugador de la NBA, y Toni Braxton, conocido cantante, las que difundieron el hecho de que un día al año los vendedores de esclavos negros hacían importantes rebajas para favorecer que los compradores se animaran a hacerse con alguno. Evidentemente no fueron ellos los que inventaron la noticia. Ellos simplemente dieron alas a un hecho que corría de boca en boca desde hacía mucho tiempo. Pero fue en 2010 cuando se difundió la noticia en Internet y en 2014 se hizo viral apareciendo en decenas de millones de terminales informáticos. Me gustaría que usted, amable lector, no saque conclusiones definitivas sobre el origen del Black Friday hasta que llegue al final de este comentario.

En EE.UU. se impone el desenfreno consumista


El Black Friday tiene fecha fija. Se celebra el viernes siguiente al jueves último del mes de noviembre en que en los EE. UU se conmemora su “Día de Acción de Gracias”. Ese viernes es el día del desenfreno comercial. El Viernes Negro es ya conocido en todo el mundo como la “Festividad del Consumo”. La gente enloquece y sale a la calle a comprar por menor precio lo que el día anterior costaba mucho más.

La Guerra de Secesión que enfrentó durante cuatro largos años al Norte y al Sur de los Estados Unidos (1861-1865) dejó al país empobrecido. Los gastos de aquella guerra fratricida fueron inmensos y los norteamericanos idearon convertir el viernes siguiente al Día de Acción de Gracias en una jornada donde la gente se movilizara y el comercio se recuperara de las pérdidas que había sufrido durante los años de la contienda. Y dio resultado, especialmente cuando apareció Internet, de tal forma que desde 2005 este día se ha convertido en la jornada de mayor movimiento comercial de todo el año. Sin ser un día festivo, en Estados Unidos, alrededor de 141 millones de compradores gastaron aproximadamente 57.400 millones de dólares en el año 2013 y las ventas online alcanzaron la suma de 1.200 millones.

Pero, ¿se le denominó Black Friday porque ese día se vendían y compraban esclavos negros a menor precio?


Fue en el año 1869 cuando por primera vez se utilizó esta expresión y más adelante veremos por qué. Ahora me interesa resaltar que hasta el año 2016 todo el mundo daba por sentado que ese día de descuentos tomó el nombre de Black Friday porque en ese día, además de muchos otros productos, se vendían esclavos negros a menor precio del que normalmente se pagaba por ellos. Y no pasaba nada, ni nadie se escandalizaba. La ciudadanía aceptaba esa denominación que beneficiaba la vida económica de los americanos que, además, no tenían empacho en recordar que gracias al sacrificio que para muchos de ellos supuso la lucha entre el Norte antiesclavista y el Sur dueño de miles de esclavos, se ganó la guerra que dejó en el campo de batalla a más de 600.000 personas para que los negros residentes en el país ganaron la libertad.

Gracias al cine, las generaciones modernas, para quienes estos hechos quedan muy lejanos, hemos tenido un conocimiento espeluznante de la salvajada que supuso la esclavitud. En mi juventud fue la serie televisiva “Raíces” la que nos abrió los ojos a través del mítico protagonista de la historia llamado Kunta Kinte. La historia cuenta que nació en Gambia en 1750 y que fue capturado por cuatro traficantes de hombres en 1767 cuando buscaba madera. Junto a otros 140 hombres cazados como si fueran animales en la selva africana, fue embarcado como esclavo y atravesó el Atlántico hasta llegar al estado de Maryland en los Estados Unidos. Fue vendido varias veces siendo su último propietario William Waller que lo compró cuando tenía un pie cortado como consecuencia de sus reiterados intentos de fuga. Murió con 60 años en 1810. Desgraciadamente para él no conoció la Guerra de Secesión que puso final al esclavismo en 1865.

No obstante, debemos reconocer que, aunque legalmente quedara abolida la esclavitud en la fecha señalada aún debían pasar muchos años hasta que ese mandato legal fuera una realidad fácilmente identificable. Eduardo Galván Rodríguez ha certificado en su libro “La abolición de la esclavitud en España” que en América “En los años 1870, 71 y 72 han salido numerosos publicaciones y anuncios en casi todos los periódicos de venta de esclavos africanos.” Lo cierto es que el comercio de esclavos negros capturados en Africa se mantuvo durante todo el siglo XIX y parte del XX.

Hay un testimonio de especial importancia ofrecido por Carlos de Foucault, el famoso fraile trapense que nació en Estrasburgo en 1858 y que tras llevar una vida alborotada murió asesinado en 1916. He leído que en 1902 escribió indignado una carta al abad de un monasterio francés que compró un esclavo a un negrero para luego liberarlo. “Esto que hacéis no está permitido, ay de ustedes, hipócritas, que escribís en todos los lugares: ‘Libertad, igualdad, fraternidad’ y ‘Derechos del Hombre’ y que luego marcáis con un hierro a los esclavos que condenáis a galeras … y luego permitís que se roben los niños a sus padres para venderlos públicamente. Castigáis el robo de un pollo y permitís el robo de un hombre»

Hay quien dice que es un bulo hacer referencia a la venta de esclavos en el Black Friday


No comparto esa afirmación de la misma forma que tampoco doy título de veracidad absoluta a algunas razones cogidas con alfileres que ofrecen quienes sostienen esa tesis. Son muy variadas las razones que ahora se aportan para quitarle a la campaña el sesgo del recuerdo racista que el enunciado evidentemente encierra. Convertir un día de negocio masivo en vísperas de Navidad, cuando los norteamericanos ―y ahora también los europeos―se gastan millones de dólares en toda clase de productos, en un día manchado por el recuerdo de la venta de esclavos, no facilita el que los ciudadanos se gasten con alegría su dinero. Las grandes empresas de distribución se alarmaron en el año 2016 por lo que las multinacionales se vieron obligadas a lanzar una contra campaña para destruir y convencer al mundo de que vincular la venta de esclavos a menor precio el Black Friday (Viernes Negro) es un simple bulo de internet. Es más, incluso Google y Wikipedia cambiaron los algoritmos de las búsquedas en la red y el significado de Black Friday «Viernes Negro» en esta última, quedó como una simple fiesta.

Y España ¿qué?


El 30 de noviembre del año pasado se hizo una consulta a la Central Intelligence Agency publicada en su “The World Factbook”. Allí se dice que los españoles fueron los primeros europeos en utilizar esclavos africanos en el Nuevo Mundo. Con ellos poblaron las islas como Cuba, Puerto Rico y La Española donde los primeros esclavos llegaron en 1501.

Mi conclusión es que las grandes compañías no deben preocuparse pensando que centenares de esclavos negros fueron puestos a la venta, a menor precio, en el Black Friday. Porque el afán consumista de la sociedad en que nos ha tocado vivir lo supera todo. El poder inmenso de Internet ha vencido una vez más. Y si no que se lo pregunten a RENFE que ha batido el récord de venta de billetes online con sus ofertas del Black Friday. O a Amazon que ha reventado los precios en una de sus líneas comerciales durante el Black Friday. O a los españolitos de a pie, porque uno de cada cuatro ha gastado más de 200 euros en el Black Friday.

Dejen en paz el recuerdo de aquellas familias que recibieron un trato infamante e inhumano. Al fin y al cabo, el recuerdo del Viernes Negro les hace justicia. Y si no, yo les recuerdo otra fecha que para muchos ciudadanos fue un auténtico Black Friday: Fidel Castro murió el 25 de noviembre de 2016 coincidiendo con el día de las compras masivas. Y a nadie se le ocurrió decir que eso era otro bulo de internet.

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