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El género y el lenguaje

​Vamos a terminar liándonos todos con la irrupción de las “maneras políticas” en el lenguaje
Manuel Montes Cleries
lunes, 9 de diciembre de 2019, 08:30 h (CET)

Este pensamiento ha venido a mi mente ante la duda que se le suscitó hace unos días a un narrador deportivo. Tenía que describir el puesto ocupado por una jugadora de futbol. Se lió entre decir “la extremo derecha” o “la extrema derecha”. Que no es lo mismo. Se cuido mucho de no señalar a la jugadora que ocupaba la otra banda ante la duda entre “la extremo izquierda” o “la extrema izquierda”. Estuvo a punto de meterse en un lío político.

No voy a entrar ahora en disquisiciones teóricas ni en explicaciones científicas. Me parece que todo nace de un excesivo culto a todo lo que suene a femenino, en contraposición a la forma de ser y de hablar de unas generaciones machistas desde el principio de los tiempos. Pero los “progresistas” se han pasado de “frenada” y han caído en crasos errores que les han costado más de una vergüenza propia y ajena.

Lo quieren arreglar con la @ (arroba) para justificar la dualidad, pero me parece muy difícil de aplicarla al lenguaje hablado, la terminación en “e” es muy valenciana, pero poco práctica. La X sigue siendo una incógnita. Se buscan femeninos inverosímiles para quedar bien con los presentes, oyentes o lectores. (No se puede decir “oyentas” ni “presentas”. Suena fatal).

Mi buena noticia de hoy estriba en que podemos tomar la moda y los modos con buen humor. Espero que esto pase pronto o que comencemos a hablar en esperanto; que ahorra mucho. Yo lo tengo solucionado con mis nietos. Cuando se portan “regu” solo digo; “se está rifando una capuana”. Sin distinción de edad o de sexo. Lo entienden rápidamente.

Si empiezo a distinguir, se me escapan por la banda “derecha o izquierda”. Seguiré hablando de mis alumnos en general o de mis amigos sin distinción de sexo, raza o religión. Sin dejar de respetar a mis próceres. (Aquí no hay problema de género).

Lo siento, pero soy “políticamente incorrecto”. No sirvo para político.

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Censura. No la juzgo como una práctica muy denostada en estos días. Por el contrario, se me antoja que tiene más adeptos de los que, a priori, pudiéramos presumir. Como muestra de ello, hay un sector de usuarios que están abandonando cierta red social para migrar a otra más homogénea, y no con el fin de huir de la censura, sino por la ausencia o supresión de la misma en la primera de ellas.

Vivimos agazapados sobre los detalles mínimos a nuestro alcance y llegamos a convencernos de que esa es la auténtica realidad. Convencidos o resignados, estamos instalados en esta polémica de manera permanente; no aparece el tono resolutivo por ninguna parte. Aunque miremos las mismas cosas, cada quien ve cosas con matices diferentes y la disyuntiva permanece abierta.

El nombramiento de Teresa Ribera huele que apesta, aunque el Partido Popular y el Gobierno han escenificado perfectamente su falso enfrentamiento. Dicen en mi tierra que entre hienas no se muerden cuando no conviene o, si lo prefieren, entre bomberos no se pisan la manguera. El caso es que el Gobierno y sus socios ya celebran por todo lo alto ese inútil e inesperado nombramiento.

 
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