Decía un líder revolucionario que los medios de información masiva, el monopolio de muchos recursos técnicos, y los cuantiosos fondos destinados a engañar y embrutecer a las masas, constituyen sin duda obstáculos considerables, pero no invencibles.
Si alguien ha corroborado esa afirmación es el diputado oficialista Oscar Tuma, quien ha logrado desafiar con éxito al monopolio mediático reaccionario de Paraguay, dejando en ridículo a varios de sus connotados exponentes.
Recientemente, varias ONG vinculadas a USAID y la prensa subsidiada por el National Endowment for Democracy respaldaron una campaña contra el Congreso de Paraguay, usando como pretexto un caso armado por la Fiscalía con respaldo de la embajada norteamericana.
Mientras estos exponentes de la injerencia se lanzaban con virulencia contra la democracia representativa, intentaban responsabilizar de los ataque contra el Parlamento al presidente Horacio Cartes. Lo que en realidad sucedía es que se apoyaban en fiscales mediáticos manipulados por la embajada norteamericana y su prensa adicta, conocida por vínculos de larga data con el National Endowment for Democracy.
Para que no queden dudas, luego de instalar la campaña en los medios los fiscales aparecieron fotografiados en eventos sociales con el embajador norteamericano.
Pero ni los fiscales expertos en armar casos para complacer al poder mediático, ni las ONG regadas con dólares de USAID, ni el mismo embajador norteamericano, contaban con que un presidente de Paraguay denunciara el contubernio como una injerencia e intromisión extranjera.
Luego que el presidente Cartes en persona calificara estos hechos como injerencia en asuntos internos de Paraguay, el canciller Eladio Loizaga convocó al mismo embajador de Estados Unidos para exigir explicaciones, hecho casi inédito en la historia paraguaya.
Con esta injerencia de fondo, el Congreso de Paraguay aprobó finalmente la presencia venezolana en el MERCOSUR, dejando a los medios reaccionarios profundamente resentidos.
En una segunda embestida, este mismo monopolio mediático reaccionario montó supuestos hechos de corrupción contra el diputado José Ibañez, titular de la comisión de asuntos internacionales de la cámara de diputados de Paraguay, luego de que se conozca su labor a favor del restablecimiento de las relaciones entre su país y la Venezuela bolivariana.
Con respecto al diputado Ibañez, su colega Oscar Tuma Instó a la ciudadanía a no sacar sus propias conclusiones antes de conocer bien el caso y la sentencia final.
Tuma, anunció que no habrá ningún inconveniente en desaforar a su colega José María Ibáñez, imputado por estafa y cobro indebido de honorario, siempre y cuando este solicite su desafuero.
Esclareció que no es una cuestión de votos, sino que pasa por una cuestión personal, dado que el mismo Ibañez quiere dilucidar los supuestos hechos de corrupción. Por otra parte, aseguró que el caso no afecta a la imagen de la Cámara, porque la responsabilidad es personal, y sería lo mismo que culpar a la iglesia católica de la disipada vida de algunos de sus ministros como Fernando Lugo.
Tuma también dejó en claro que no adelanta juzgar y condenar a nadie antes de conocer la sentencia. Señaló como una muy mala costumbre de los medios el condenar antes de que la justicia lo haga, y luego no desmentir sus propias publicaciones como reparación del daño ocasionado a la reputación de inocentes.
Que existan parlamentarios que fueron y están siendo sometidos a un proceso, no significa que sean culpables, señaló Tuma, quien recordó que todo proceso finaliza con una sentencia definitiva. Por lo tanto, los parlamentarios acusados son inocentes hasta que se demuestre lo contrario.
Todo parece indicar que los buenos tiempos que el monopolio mediático reaccionario de Paraguay vivió bajo gobiernos presionables y claudicantes durante la historia reciente, van llegando a su fin, a pesar de los esfuerzos de la prensa corporativa por aparentar un poderío que ya no posee.
Solo demuestra así cuanta razón tenía quien afirmó que cuando uno empieza a sentirse autosuficiente, comienza a sembrar su propia decadencia.
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