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Las réplicas sísmicas de la debilidad norteamericana

La miopía es una epidemia en Washington, y siempre lo ha sido
Michael Rubin
viernes, 28 de marzo de 2014, 07:41 h (CET)
La miopía es una epidemia en Washington, y siempre lo ha sido. También lo es la compartamentalización. Cuando acaece una crisis en Siria, todo aquel que es alguien en el gobierno lucha por meterse en las reuniones de la crisis, y todo lo demás pasa a segundo plano. Si hace dos meses alguien de la administración hubiera convocado una reunión referente a Crimea, a lo mejor dos o tres funcionarios habrían hecho acto de presencia, y uno de ellos sería algún becario con la esperanza de evitar los encargos de la fotocopiadora; cualquier reunión sobre Crimea hoy estará hasta la bandera. Los presentes en las reuniones buscarán los siguientes pasos inmediatos de la política norteamericana con respecto a los beligerantes inmediatos, pero el debate no se extenderá mucho más.

El mundo real es lo diametralmente opuesto. Lo que sucede en Crimea no se queda en Crimea. En 1994, Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido y Ucrania firmaron el Memorándum de Budapest. Resumiendo, Rusia reconoce la soberanía ucraniana sobre Crimea, Ucrania renuncia a su arsenal nuclear, y Estados Unidos y Gran Bretaña ofrecen garantías a Ucrania en materia de seguridad. En perspectiva, sólo los ucranianos cumplieron sus promesas; todos los demás faltaron a su palabra.

El problema no es simplemente la agresividad rusa potencial contra los antiguos estados soviéticos como Estonia, Latvia, Lituania o Moldova, sino más bien la noción de que las garantías norteamericanas y europeas en materia de seguridad carecen de importancia: Rusia invade un país soberano, y Obama reacciona como quien somete al Presidente ruso Vladimir Putin a la versión diplomática de unos parciales universitarios. Los estados disfuncionales y los enemigos de América no ignoran el mundo que les rodea. En Bailar con el diablo, documento la forma en que los negociadores iraníes se fijan en Corea del Norte como ejemplo a copiar, no como país disfuncional a condenar. ¿Por dónde podría venir pues la siguiente crisis?.

La Guerra de Corea estalló cuando Kim Il-song interpretó el discurso del "Perímetro Defensivo" del Secretario de Estado Dean Acheson como señal de que Estados Unidos dejaba de defender a su aliado en la Península de Corea. ¿Existe algún motivo para que el Presidente Obama piense que el nieto del amado líder y nuevo amado líder Kim Jong-un va a a interpretar la debilidad de Obama de forma diferente?.

De igual forma, Putin interviene en Ucrania en el contexto del estancamiento de la economía rusa. Agitar el sentimiento nacionalista parece haber distraído con éxito a los rusos de la incompetencia nacional de Putin. Si provocar una crisis distrae de los problemas económicos sin temor a la represalia, ¿por qué no va el gobierno argentino a entrar en las Malvinas? Después de todo, los tiempos de Reagan y Thatcher han pasado. También Israel tiene que darse cuenta de que las garantías estadounidenses en materia de seguridad no valen el papel en el que están redactadas, aun si Kerry vuelve de Ginebra enarbolando un papel y presumiendo de tener la firma del Presidente iraní Hassán Rouhani.

La mayor diferencia entre la izquierda y la derecha en la América de hoy en lo que a seguridad nacional se refiere es que la izquierda siempre demoniza al poder, mientras que la derecha reconoce que el poder puede usarse para el bien o para el mal. Lo que Obama y sus partidarios no reconocen, no obstante, son las réplicas de la debilidad norteamericana. Las potencias altruistas no ocupan los vacíos; las dictaduras sí. Siempre que algún Niccolò Machiavelli desafía a algún Neville Chamberlain, el Chamberlain no sólo pierde, sino que sobreviene la muerte y la destrucción.

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