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¡Noche lluviosa y pensante!

Relato corto
Bayardo Quinto Núñez
jueves, 19 de diciembre de 2024, 09:51 h (CET)

PENSAMIENTOS


“La profundidad del talento es difícil conocerlo, ni el mismo ser humano o artistas lo saben, es un misterio que se descodifica solo”.

“El pueblo te mira como su “dios” por el momento y progresamos por prueba y error”.

“Le gusta nadar entre artes, letras, y, en algunos años todo parecerá una sombra, o quizá será.


TENGO UN ‘POHEMA’


A mi hermano Amando Quinto Núñez (Q.E.P.D)


La carrera aún no ha terminado,

ve, la vida tiene respuesta,

eres un riesgo muy grande,

¿qué vas hacer?

bendito el que hace la paz,

hay que limpiar a la escoria.

El odio te convierte

en una roca. La venganza

no es familia de la paz.,

no te acerque por favor,

estás muriendo,

la lluvia desde los Cielos

te curará de todo,

paz para los ciegos,

y leprosos de venganza

ayúdenles, es el dolor

de la perdición, denle

agua para que enjuaguen

su maldad, hasta ahí

llegó su bondad,

la maldad huyó

ha vivido demasiado,

ya no hay miedo,

la sombra de la tormenta y,

que extraña está la oscuridad,

relámpagos, perdónalos,

tu voz les quitará la espada.


Ven, vamos para haya en nombre de su talento y tiene derecho de externar su opinión. Este quizá podría ser el punto que uno nunca sabe, pero se puede interpretar el talento es muy frágil, incluso es una fase, o nadie tiene espacio, pero siempre hay. La profundidad del talento es difícil conocerlo, ni el mismo humano o artistas lo saben, no es poner la vida en peligro, siempre genialmente sale, aunque la luz llega todos los días. Está bien, hipnotiza forzando y empuja con el propósito de conocer, y con camuflaje azul intermitente, en el borde de poder ver y actuar. Olvida que se hizo, no hay que desperdiciar el talento, pues la mente es abundante. Aunque el esfuerzo se mantiene en el mismo lugar viendo horizontes, es el lugar transformador por un rayo, finalmente somos máquina y un signo de Dios. En fin. El final del camino está lejos, ya se encuentra detrás de nosotros.


Ese día, el doctor Odrayab antes que llegaran sus invitados, rememoraba: el asiento continuaba vacío, y al llegar el tren que llegaba del norte, compartirlo o no, prefiero la soledad por la comodidad que representa, aunque siempre una hermosa mujer con quien pueda establecer una conversación estimulándome de futuro, esto nunca me ocurrió en más de diez años de viajar todos los días.


Y, aunque la suerte estaba segura esa noche de diciembre, los amigos del Doctor iban apareciendo acompañados por un viento que hacía lo suyo, era penetrante, se hacía acompañar de una novedosa llovizna menuda y gélida, corría de las calles a los transeúntes; a varios amigos vecinos del Doctor Odrayab, les brindó una taza de café humeando con galletas, cómodamente en un cuarto confortable de su hermosa, modesta casa.


El doctor Odrayab, después de ir asomarse a una de las ventanas de su cuarto, vio las flores y hojas del árbol lloraban, y se aligeró a cerrar en seguida, debido al frío intenso que hacía, apresuró el paso hacia donde sus amigos a decirles: sigue lloviendo, y fuertemente; sería una barbaridad se vayan con esa lluvia encima, se pueden enfermar, este tiempo está endiablado, si es que desean partir. Es razonable ustedes, mejor permanezcan aquí un rato más y no se preocupen pasaremos entretenidos dialogando, jugando ajedrez, y tomando algunas tazas de café, para eso son las noches de invierno, incluso, pueden ustedes ir a mi pequeño y modesta biblioteca y lean algo verán buenos libros y algunos objetos de arte.


Los amigos vecinos, estuvieron de acuerdo y de buen agrado y siguieron al doctor a su biblioteca, es una pieza amplia y elegante, en donde encontraron múltiples libros y artes de esos espantosos esqueletos, adorno del estudio de un doctor. En ese momento se escucharon golpes fuertes en la puerta principal de la casa, el doctor procedió a ir abrir, era la llegada de Erasto, el caballero de la media noche.


-Con sumo placer notamos tú ausencia de tan lúgubre noche lluviosa, ¡pasa!-le expresó el Doctor Odrayab a Erasto-. Y se lo llevó a la biblioteca donde habían preciosos estantes de madera, de una forma moderna y sencilla, que estaban llenos de libros, estos estaban muy bien encuadernados adornaban las paredes. Arriba de los estantes habían colgados grabados bellísimos, raros, retratos de familia. La noche prosiguió su rumbo empedernido, los amigos del Doctor disfrutaban de las jugadas de ajedrez, otros, leía, conversaban de todo. Los que estaban allí eran como llamas de fuego, de pronto, imperó una inmensa oscuridad, era como una montaña, llegaba desde los cielos. Y aunque se veían las luminarias, eran los tesoros de las estrellas, del trueno, relámpagos de la noche lluviosa, que, en las profundidades más lejanas dejaba en las mentes de los visitantes un sabor de bondad, amistad y sobre todo que siempre existe un mañana.


Amaneció, los amigos visitantes del Doctor Odrayab ni cuenta se dieron, hasta que Erasto desde su reloj de mano vio la hora y les dijo: muchachos ya son las ocho de la mañana. Todos se quedaron viendo asombrados. El Doctor Odrayab expresó: voy abrir las ventanas, Erasto usted ayúdeme y apague todas las luces de la casa, y muchas gracias a todos por haber venido. Y todo se esfumó quedando esa realidad insertada en las mentes.


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