Llevas tiempo sin escribir y zas.
Del mismo modo que llegan los goles, parece que ciertos momentos te generan una
necesidad y ya no hay vuelta atrás.
Para el Madrid, la Champions se
había convertido en una obsesión, en un objetivo donde fijar la mente y la
responsabilidad de los jugadores temporada tras temporada. La única forma de
valorar y justificar si un entrenador es
bueno o si la plantilla está concienciada y entregada al club de sus amores.
Pues señores, el momento de demostrar, de ofrecer su mejor versión y sobre todo
de disfrutar, ha llegado.
Mientras los árboles ardían y las
palabras de Guardiola y Rummenigge se iban disipando con cada gol blanco, la
plantilla madrileña al completo se volcó en ejecutar un planteamiento y una
idea de juego más que ganadora. No es sencillo defender un 1-0 de un partido de
ida. Y la valentía de no cerrarse atrás y jugar “a nada” esperando el pitido
final, hace que todavía esta victoria cobre más protagonismo y mucho más valor.
Con un marcador tan abultado como el 0-4 que ha sacado el Real Madrid del
Allianz Arena, la moral está más que reforzada y la sed de “la orejona” se ve
cada vez más saciada.
Ahora no hay margen de error,
mucho es lo que se ha conseguido, pero la afición y la propia plantilla quieren
más. Hay que rematar la jugada y firmar una temporada digna de mención. El
cierre del ciclo Mourinho no ha hecho otra cosa que hacer que todo mejore. Que
la plantilla vuelva a unirse dejando un poco más de lado las individualidades
propias de los egos de los “grandes” jugadores mundiales y que las cabezas
piensen y las piernas ejecuten como uno.
El grupo prima sobre el resto y
salvo las peticiones de Cristiano, Guardiola vio antes sus narices como la
posesión no sirve de nada y que también se puede jugar como grupo unido sin
necesidad de tener tanto el balón dando vueltas por el medio campo. La rabia de
conseguir una Champions y de tenerlo un año más tan cerca asolaron Múnich y por
suerte la afición blanca supo responder y apoyar a sus jugadores para hacer un
poco más real todo el sueño europeo.
Oportunidades únicas que no hay
que desaprovechar y que hacen que los 90 minutos de juego se conviertan en una
odisea o en un golpe de efecto y autoridad frente a los que aun “llorando” se
creían los mejores de Europa. El Bayern salió a pasearse por su campo y salvo
dos o tres ocasiones puntuales donde la fortuna o Iker obraron el milagro, los
alemanes sembraron y recogieron en su propia casa una imagen muy distinta a la
que nos tenían acostumbrados.
Ahora bien, llega el turno del
Atleti. Final española, final madrileña y final cargada de ilusión. El sueño de
todos nosotros. Lisboa ya está preparada para recibir a dos grandes y todos
esperamos que, mientras Alves se dedica a promocionarse y a criticar a un país
entero por la acción de un “personaje”, el Cholo haga mella de nuevo en sus
jugadores y consigan también con autoridad un pase a una final más que
merecida. Valores, juego, esfuerzo e ilusión caminan hacia una utopía no tan
lejana. La Champions es así.
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