Hoy, 17 de mayo, es el día internacional contra la homofobia. El salvajismo de las noticias e imágenes que nos llegas de Uganda u otros países nos hablan de la regresión de los derechos LGTBI en amplias zonas del globo. Como son y serán muchos los artículos y manifiestos que circulan estos días sobre un asunto de tan trágica y lamentable actualidad, me centraré brevemente sobre la situación de nuestro colectivo en el entorno más inmediato, máxime cuando nos encontramos inmersos en plena campaña para las "europeas". En nuestro continente, supuesto adalid de libertades y defensor de los DDHH en su conjunto, nos topamos con el lamentable estado de nuestro colectivo. Muchas veces soterrado, en la vieja Europa, sin minimizar los avances en cuanto a la equiparación de derechos, queda mucho por hacer. No hay más que mirar en la nación de hermoso lema "Libertad, Igualdad,Fraternidad", o los muy penosos casos polaco, balcánico o báltico. Y eso, dentro de la misma UE. En la "otra Europa", sufrimos el caso lacerante de Rusia, que ensombrece el dramático ostracismo y hostigamiento ucraniano, transcaucásico o bielorruso. Ni un paso atrás en la defensa de la tolerancia y el progreso para todas nosotras, todos nosotros. Desde la visibilidad hasta la equiparación de derechos civiles.
Un acontecimiento que no debiése ser más que un espectáculo musical, marcó la divisoria entre las dos o tres Europas. Hay mucho, mucho trabajo por hacer, y el activismo debe redoblar esfuerzos. Nos va la vida en ello, la dignidad, el progreso social del que la ciudadanía europea debe ser punta de lanza. Del Finisterre al Golfo de Finlandia. De frente, Stop Homofobia.
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