| Ficha técnica | 87- Real Madrid: Llull (4), Rudy Fernández (17), Darden (12), Mirotic (4) y Bouroussis (12) -quinteto titular- Sergio Rodríguez (12), Slaughter (0), Reyes (10), Carroll (5), Mejri (11), Draper (0) y Dani Díez (0).
78 - Barcelona Huertas (11), Navarro (15), Papanikolaou (2), Nachbar (7) y Tomic (4)-quinteto inicial- Dorsey (5), Sada (6), Abrines (2), Oleson (17), Lorbek (7), Lampe (2) y Pullen (-).
Parciales: 24-14, 16-16, 18-21, 29-27.
Árbitros: Conde, Pérez Pérez y Jiménez.
Incidencias: Segundo partido correspondiente a la final de Liga Endesa, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 11.871 espectadores. |
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Había otro ambiente. Ese de las grandes ocasiones. De una noche europea aunque se disputara el segundo encuentro de final de Liga Endesa. Público y jugadores del Real Madrid conectaron desde el comienzo y ambos volaron hasta apuntarse el triunfo. Todos eran conscientes de la necesidad imperiosa de irse a Barcelona con un buen sabor de boca. El Real Madrid se recuperó del golpe sufrido en el arranque de la serie para devolver el golpe al Barcelona. La suerte de éstos está en que ahora contarán con el factor cancha a su favor. Todos contentos.
Cuando el abismo está cercano, uno está obligado a emplearse a fondo. No puede permitirse otros traspiés y caerse. El Real Madrid estaba contra las cuerdas y recuperó su juego de velocidad y alegría. El público también contribuyó, más conectado que de costumbre. Entonces, con un Laso sentado en el banquillo con problemas en el tendón de Aquiles, el Real Madrid sufrió una metamorfosis absoluta. Recuperó sus poderes: defensa, concentración, actitud ganadora, sonrisa, porcentajes…. El arranque fue un aviso: 7-2. A esto se añadió que el Barcelona sólo se movía bajo la inspiración de Navarro. Sonaba a insuficiente.
Las sensaciones se confirmaron a medida que se desarrolló el primer cuarto. El Real Madrid estaba en su salsa. El Barcelona trataba de encontrarse. Porque sus hombres altos (Tomic, Nachbar y Dorsey) estaban, además, desaparecidos. Y eso también lo aprovechó el Real Madrid, con unos esplendidos minutos de Bouroussis y Mejri. El perímetro, por supuesto, estaba a pleno rendimiento, con Rudy Fernández como faro. Los diez puntos psicológicos aparecieron pronto: 18-8 en apenas 7 minutos de juego.
Nada cambió hasta el descanso. El Real Madrid no estaba dispuesto a echar otro borrón en apenas dos días. Y el Barcelona continuaba buscando fórmulas para encontrarse y hacerse fuerte ante las virtudes del Real Madrid. No lo consiguió. El cuadro blanco estaba mostrándose como un equipo, todos a una. Nada de acciones individuales. Algo que sí sucedía en el Barcelona. Al descanso: 40-30.
Avalancha y susto Y en el tercer cuarto, ese tercer cuarto donde el Real Madrid solía romper los encuentros, sucedió algo impredecible. Así es el deporte. Rudy Fernández, con 12 puntos, comandó otra avalancha ofensiva del Real Madrid, a lo que se unió una defensa de esas sobre las que se han edificado tantos triunfos: 55-39. Es decir, la mayor diferencia hasta entonces. El Barcelona estaba noqueado. Pero no se acabó el partido. No se sabe cómo pero en cuestión de minutos el cuadro azulgrana estaba nuevamente con vida: 56-51.
Quedaba el cuarto de desenlace. Había partido, algo que nadie hubiera presagiado antes. Oleson, con 11 puntos consecutivos, animó más aún el cotarro: 69-62. Todo podía suceder. Desde un triunfo del Real Madrid hasta una épica remontada del Barcelona. Quizá esto último hubiera sido injusto, pero así es el deporte. No pasó. El Real Madrid, con Reyes y Carroll, recuperó el pulso y aumentó sus opciones de triunfo con Sergio Rodríguez. Abrió nuevamente brecha en el marcador, en un cuarto netamente ofensivo desde ambos bandos, hasta apuntarse el triunfo y desplazarse con mejor sabor de boca a Barcelona. El Palau Blaugrana toma ahora el relevo al Palacio de los Deportes.
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