Así a vuela pluma recuerdo un montón de alertas mundiales por causa de las pandemias o epidemias que se han venido continuando a través de los tiempos. Dada la divulgación que los medios están dando a estas palabras, todos distinguimos la diferencia entre pandemia y epidemia. Pandemia es una epidemia que se propaga a lo largo y ancho de diversos países y continentes.
Repasando la historia escrita, hemos podido conocer las grandes epidemias y pandemias que se han ido sucediendo a través de los tiempos. La peste negra, la peste bubónica, el cólera, la gripe española de principios del siglo XX y, últimamente, ya en nuestros tiempos: la gripe asiática, la polio, el sida, las vacas locas, la gripe aviar, el Ébola y en nuestros días, el puñetero coronavirus.
Personalmente no se a que carta quedarme. Escucho hablar de guerra bacteriológica, de movimientos económicos interesados, de exageración de los hechos para provocar el caos, la suspensión de ferias y certámenes, aplazamiento de encuentros deportivos y de grandes aglomeraciones de todo tipo, etc. Las farmacias se están hinchando de vender mascarillas que no sirven para nada. Los laboratorios farmacéuticos están inventando vacunas a toda velocidad, que cuando se pongan al servicio de los enfermos, estos ya se habrán curado en su mayoría y alguno se habrá quedado por el camino.
Nos está superando el miedo. Me cuenta un familiar que vive en Milán que se ha producido un altercado en un juicio al enzarzarse dos abogados en una pelea por no respetar la distancia entre ellos. Luego… los “listos”. Algún sanitario espabilado está acaparando (y robando) mascarillas, como si no hubiera un mañana. Los especuladores se van a hinchar.
Mi buena noticia de hoy me la proporcionan los mayores de la Torre de Benagalbón pertenecientes al centro-hogar donde viven su plácido retiro. Ellos siguen sentándose al sol, jugando sus partiditas de dominó, discutiendo sobre lo divino y lo humano y disfrutando de un lugar y un clima paradisíaco. Han pasado estos días de buen tiempo convirtiendo un pequeño terreno que da paso a sus instalaciones en un mini huerto con todas sus características. Lo han arado, sembrado, regado y cuidado con mimo. Una maravilla. Eso es cuidar nuestro maltrecho mundo.
Les he visitado este fin de semana. Como siempre, me han inundado las ganas de quedarme allí para siempre. Pero hay que volver a la cruda realidad. A escuchar noticias dispares y a apocalípticas. A ser manejado por los políticos que hoy llaman blanco a lo negro y negro a lo blanco. Sin salir del gris de sus ideas y de su gestión. Ole por “mis niños”. Su arriate con lechugas, su caña para la tomatera, sus plantones de pimientos y sus pequeños arbolitos, han creado un oasis de paz en medio de un mundo alocado. Ellos han puesto al mal tiempo, buena cara.
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