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Movistar, cuando los clientes son súbditos

La dictadura de una empresa deja 50 horas sin Internet a Castellterçol
Teresa Berengueras y Rafa Esteve-Casanova
miércoles, 27 de agosto de 2014, 13:30 h (CET)
Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que las líneas telefónicas dependían de una empresa llamada TELEFÓNICA ESPAÑOLA , después de los años de la autarquía en los que una llamada entre diferentes localidades, incluso de la misma provincia, había que solicitarla a la operadora de turno y esperar horas para poder conectar y hablar con el número solicitado se llegó a la modernidad de la telefonía móvil, internet y los mensajes de texto. Durante años las acciones de Telefónica, las llamadas “matildes” fueron uno de los refugios donde los pequeños ahorradores españoles refugiaban su pequeño capital, todavía la Bolsa no sufría los vaivenes del nuevo y agresivo capitalismo especulativo y, finalmente, siempre era un seguro para la vejez tener acciones en una de las empresas estatales más rentables.

Pero un buen día llegó a la Moncloa un Presidente de Gobierno llamado Aznar cuya única misión, lo mismo que la de su esposa, Ana Botella, y sus hijos y yerno era especular, ganar dinero y ser unos triunfadores en el mundo del capitalismo puro y duro. Para ello desde los salones de Moncloa y desde el Consejo de Ministros había que ir preparado el camino del dorado retiro de la política, y nada más fácil que ir troceando y vendiendo a sus mejores amigos y compañeros de pupitre en el exclusivo colegio del Pilar las empresas que era patrimonio de todos los españoles, eso sí, malvendió lo que era de todos en su propio provecho y el de su familia. Después llegaría la hora de los agradecimientos.

Una de aquellas empresas era Telefónica Española, hoy Movistar. Desde el momento de su venta y bajo la dirección de Villalonga, que en el Pilar se sentó en el pupitre vecino al de Aznar, la empresa comenzó a deshacerse de personal, con jubilaciones anticipadas cuyos gastos pagamos el resto de contribuyentes y con subcontrataciones de los trabajos, entre ellos el de reparación y atención al cliente, a empresas ajenas a Movistar. Debido a ello cuando necesitábamos algunas información la o el operador correspondiente nos contestaba y todavía nos contesta desde tierras lejanas, a veces en un castellano con dejes latinos que se hace difícil de entender o con Fátimas marroquíes a las que la empresa las rebautiza como Maria, Teresa o Carmen para que el cliente crea estar hablando con alguien que trabaja, vive, cobra y paga sus impuestos en España. Pero no es así, en infinidad de ocasiones se nos contesta, cuando se hace, desde empresas que están operando fuera de España y esto para mayor gloria y beneficio de Movistar a quien tan sólo le interesa el beneficio y no el atender bien a sus clientes ya que para esta empresa nunca hemos sido ni seremos clientes sino súbditos a los que engañar y explotar.

En estas últimas horas hemos podido comprobar en carne propia esta indigna manera de actuar de Movistar. Desde el pasado lunes a primeras horas de la mañana la mayoría de vecinos de Castellterçol hemos estado sin poder tener conexión a Internet, han tenido que pasar más de cincuenta horas para que dicha conexión volviera a funcionar. Mientras tanto los perjudicados no hemos podido conectar con nadie con cara y ojos en Movistar, siempre ha sido una máquina la que contestaba a nuestros requerimientos de información, sin dar ninguna de la que le pedíamos, y cuando a duras penas y engañando a la máquina conseguíamos hablar con una persona, generalmente alguien del departamento comercial, se nos solía contestar con malas maneras ya que consideraban que no era un tema de su incumbencia. Durante todas estas horas sin servicio nadie de Movistar se ha dignado informar de cuánto tiempo estaríamos en esta situación ni nadie se ha dignado pedir excusas a los afectados. Han sido dos largos días en los que nosotros no podíamos enviar nuestros artículos a los medios pero en un pueblo en días de Festa Major con infinidad de visitantes algunos establecimientos no podían admitir el pago con tarjeta bancaria al no funcionar el servicio e infinidad de personas no podían hacer servir el correo electrónico para comunicarse con quien les viniera en gana, en el bar donde gestionan la lotería catalana no podían hacerlo por falta de conexión ni tampoco podían ofrecer a sus clientes el partido de fútbol televisado al no existir conexión. Y a pesar de todo y de todas las gestiones y llamadas Movistar siempre ha dado la callada por respuesta, siempre nos han considerado sus súbditos sin que aquí sirva el viejo lema de que “el cliente siempre tiene razón” .

En Movistar, entre cuyo accionariado seguro que encontramos nombres conocidos del mundo de las finanzas, la única respuesta a los problemas es dejar que se pudran porque, al fin y al cabo, para ellos los clientes, los que cada mes pagamos religiosamente las cuotas, tan sólo somos un número en su cuenta de resultados y unos nombres anónimos en su lista de súbditos a los que tan sólo les queda el derecho al pataleo. Nosotros, dado que precisamos utilizar diariamente la conexión a internet, cada mes pagamos nueve euros más en el recibo de Movistar para que si hay una avería se solucione en el plazo máximo de doce horas. En estos momentos nadie nos ha dicho cómo nos resarcirá Movistar de estas horas en las que hemos estado sin servicio por incumplimiento de contrato por parte de la compañía puntera en telefonía.

Movistar en poco tiempo ha dejado sin servicio durante largo tiempo a diversas localidades catalanas, hace poco fue Castellar de n’hug
quien se quedó a la luna de Valencia en materia de conexión a internet, en aquella ocasión algún medio de comunicación como TV3 se hizo eco de la noticia, en esta ocasión nos ha tocado a los vecinos de Castellterçol pero en esta ocasión, y a pesar de ser conocedores del hecho, los medios de comunicación hasta el momento de escribir este artículo tienen la boca cerrada al respecto, tal vez la publicidad que Movistar pone en los medios les amordaza a la hora de decir la verdad y es que cada día más la prensa, una cierta parte de ella, escribe al dictado de ese ente misterioso que domina nuestras vidas y al que llaman “los mercados” y, seguro, al del mercado más cercano de la publicidad.Es una norma no dictada del capitalismo.

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