Interesada por el estupor que reinaba en gran parte de la población lectora con la famosa historia de amor sadomasoquista entre el señor Grey y la señorita Anastasia me decidí a leer 50 Sombras de Grey y, así, juzgar la obra con propiedad y fundamento.
El libro, como me suponía, no resultó ser una gran obra, ni mucho menos. Se trata de una simplísima historia entre dos personas, un hombre rico y, según refleja el libro, “guapísimo”, y una joven chica universitaria patosa e inexperta que descubre el amor con el susodicho, es decir, el señor Grey. Lo que ella no espera es que éste sea un sadomasoquista.
50 Sombras de Grey es sencillo y plano, porque los personajes no evolucionan. Sólo al principio puedes ver cierta evolución pero, cuando llega cierto momento, vuelven a repetir y a hacer lo mismo, lo que hace que el libro deje de sorprender, y te acabe aburriendo; además de por el hecho de que el vocabulario, de adolescente enloquecida, también es reiterativo, se repiten las mismas palabras y expresiones una y otra vez.
Como lector, no trates de profundizar en sus sentimientos, en sus personalidades, porque, simplemente, no hay fondo.
Ni un lector inexperto o un lector poco habitual puede engancharse a este libro, porque no tiene trama: lo único que pasa es sexo. Sin embargo, lo que para mí resulta más decepcionante, es que ni el sexo es interesante. E. L. James trata de describir estos momentos como si fuesen de una desmedida fogosa pasión, sin embargo, no lo consigue. Por lo menos, bajo mi punto de vista, resultan infantiles y aburridos; si, quizás la primera vez te impresione, porque como lectores no estamos habituados a que se nos describa de forma explícita el acto sexual, pero a la segunda, a la tercera, a la cuarta vez… resultan somnolientos.
50 Sombras de Grey va decreciendo. Empieza bien, resulta interesante, sin embargo, lo que viene después es una inmensa pradera, limpia y sin obstáculos, lo que viene a ser solo sexo.
Fueron muchos los que acusaron a la escritora de ser una plagiadora de Crepúsculo. Sí que son numerosas las semejanzas, por su infantilismo, por su vocabulario, por los personajes… Sin embargo, Crepúsculo se dirige a un público más o menos definido: adolescentes, lectores juveniles; pero 50 Sombras, a pesar de la inmensa acogida que ha tenido entre la población, entre todos las edades, creo que no resulta adecuado para ninguna en particular. No es para adolescentes, porque solo es sexo, pero tampoco es para adultos, porque la simple historia parece estar escrita para los lectores menos habituales o más inexpertos; además, tampoco se trata de porno, porque no resulta erótico.
Quizás la señora E.L. James debería saber que para resultar transgresora e innovadora no sólo debes tener en cuenta el fin, si no las armas, en este caso, el vocabulario y la trama.
Sí, está bien la idea del libro, es interesante, diferente, pero quizás debería haber trabajado un poco más con los personajes, la evolución y los puntos de giro, algo inexistente en el libro.
Sin embargo, lo que me produce un pavor y preocupación mayores es, no el hecho de que un libro así triunfe entre las masas, algo comprensible y muy previsible, si no que el libro tenga tanto éxito en el género femenino, un libro que humilla y degrada a la mujer. 50 Sombras de Grey pervierte y deshonra a la protagonista, la muestra como un simple objeto. ¿Cómo puede aceptarlo? O peor aún, ¿cómo puede disfrutar con ello? ¿Cómo es concebible que una mujer se pueda sentir a gusto y, más aún, complacida y satisfecha, mientras es degradada, no sólo sexualmente, si no también como persona? 50 Sombras de Grey ya no es que no sea un gran libro, si no que es una ofensa misma contra la mujer.
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