Engels nació en 1979 en Bélgica y es profesor de investigación. Es historiador. En el año 2008 es nombrado titular de la cátedra de historia romana de la Universidad Libre de Bruselas.
Sus planteamientos pueden parecer excesivos en algunos casos, pero en ciertas cuestiones considero que tiene razón.
Por ejemplo, dice que «no tenemos oportunidad de evitar una guerra civil». Considero que es demasiado catastrofista. Otro pensador como Michel Houellebecq está convencido de que la religión de los débiles puede ser la salvación de Europa. En este sentido desarrolla en un sentido contrario las ideas de Nietzsche acerca de la religión cristiana. Incluso, tanto él como otros intelectuales sostienen que los días de la civilización, tal y como la conocemos, están contados.
Es verdad que se está asistiendo, a mi juicio, al lento derrumbe de la civilización occidental y de la cultura, porque están surgiendo nuevos modos de entender la vida y de vivirla que entran en clara contradicción con el pasado reciente.
La era posmoderna o la tardomodernidad está volatilizando muchos aspectos de la cultura occidental. Lo único que se respeta es el consumo acelerado de productos y de servicios y lo demás parece que ha dejado de interesar. Muchas actividades culturales se banalizan o se infravaloran o desprecian. Predomina lo superficial sobre lo profundo, de manera general en la sociedad actual.
La balcanización de países en Europa es otro grave peligro que está presente en la mente de todos. La vulneración de los derechos individuales es otra cuestión preocupante en algunas zonas de Europa y del mundo.
Parece que estamos asistiendo como escribe también Blanco Martín «a una disolución general del orden civilizatorio en el que centenares de generaciones hemos vivido hasta ahora». La destrucción de la catedral de Notre Dame aunque causada por un accidente es un símbolo o representación del peligro que corre la cultura europea arrollada por el materialismo dominante, el neoliberalismo económico y el consumismo acelerado.
La profunda identidad cultural europea y el estilo de vida asociada a la misma están en riesgo de desaparición en las próximas décadas o generaciones. Esperemos que no sea así y que la cultura de Europa sigue existiendo renovada pero vigorosa.
Según Blanco Martín que sigue las líneas de pensamiento de David Engels «Los Estados nacionales son ya herramientas en manos de poderes económicos…». Frente a la vigilancia de los mensajes de los correos electrónicos y de las llamadas telefónicas es evidente que los Estados deben reforzar las medidas que aseguren la privacidad en las comunicaciones.
La adecuación entre los estilos de vida y el ideal cultural es un derecho individual que no puede estar condicionado o sometido a los intereses económicos de la sociedad o de las empresas. Como también afirma Carlos X. Blanco Martín «Los poderes plutócratas han reemplazado las catedrales por grandes supermercados y templos del consumo». Esto se puede aplicar también a la cultura libresca y artística en general.
Engels habla en su libro de una oligarquía económica anónima que con la finalidad de amasar más bienes somete a sus dictados a millones de seres humanos. Y esto no debe ser tolerado. Corresponde a los ciudadanos resistirse a ser dominados por el neoliberalismo capital. No cabe duda de que las cosas no cambiarán por sí mismas.
En relación con la cuestión de los inmigrantes y de los musulmanes que viven en Europa, a mi juicio, enriquecen a los Estados, porque producen riqueza y aumentan la natalidad que suele ser baja en países como España.
David Engels se equivoca pensando en que habrá un proceso de islamización en unas décadas en el territorio europeo. En lo que si coincido con Engels es en que las capacidades económicas de los ciudadanos no deben depender del capitalismo salvaje sino del esfuerzo y la justa recompensa económica del mismo.
En relación con esto escribe David Engels: «Como sentirse realmente dueño de su existencia y de su vida si todo el bienestar del que disfrutamos no es el producto de una actividad útil y ejercitada con placer y dedicación,…». Los ciudadanos, tanto de Europa como de otras partes del planeta, debemos defender la cultura occidental y no dejarnos avasallar por el materialismo consumista imperante.
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