No es para menos, el miedo cuasi generalizado es muy efectivo para tocar las raíces primitivas de la humanidad. Día y noche las grandes cadenas de comunicación (¿o desinformación?) nos bombardean con el número de personas infectadas, de personalidades que han adquirido el Covid-19, de las cifras de personas muertas por esta enfermedad.
Pareciera que se trata de un concurso para ver qué país toma la medida más drástica, cuál medio da la nota más amarillista y quién o quiénes realizan la acción más desesperada para mantenerse a salvo de lo que nos han pintado como una enfermedad mortífera.
Ya echada a andar la maquinaria del miedo y la distracción, pocos ven el gran telón geopolítico llamado coronavirus: el posicionamiento de China como la mayor potencia mundial y su demostración de que está lista para cualquier escenario apocalíptico, el desplazamiento de los ejércitos de la OTAN para mantener a raya a Rusia, el debilitamiento de Europa, en particular de Alemania; la disposición discrecional de Donald Trump de una súper bolsa millonaria con el pretexto del estado de emergencia, que le apuntalará en la reelección de la presidencia de su país, el apalancamiento de las criptoeconomía.
Y así en cada nación, por pequeña o importante que sea, por ejemplo, aquí en México el uso desvirtuado de la realidad para seguir apuntalando un golpe de Estado blando.
En fin, el coronavirus fue el pretexto ideal para infundir miedo a las masas.
No me mal interpretes, no estoy diciendo que no haya un peligro real, lo que digo es que no es de las dimensiones que nos lo están diciendo.
Mira, te invito a que veas en tiempo real el comportamiento mundial del Covid-19 (bit.ly/3d1ktPA), en esa aplicación podrás confirmar que dicha pandemia sólo es mortal en ciertas circunstancias, y que, el número de personas que se recuperan de la enfermedad es altísimo.
Dicho de otra manera, sí estamos frente a una pandemia mundial que requiere ciertos cuidados para que no se expanda, para que no ocasione bajas en determinados sectores de la población, pero que está muy lejana de ser aquella peste del fin del mundo que convertirá el planeta en un escenario de zombis contra humanos.
Si seguimos las recomendaciones básicas ampliamente difundidas por las autoridades sanitarias, controlaremos al Covid 19 y podremos continuar con nuestra vida habitual.
Lamentablemente es tan efectivo el pánico de las masas que los gobiernos están cediendo a generar situaciones de excepción y las sociedades a entregarse a los brazos de los políticos que continuarán viviendo a costa de sus pueblos.
Sé que no es fácil mantenerse verticales cuando muchos obedecen a los mecanismos básicos de manipulación, pero si no lo hacemos, será más difícil la recuperación después de controlado el coronavirus.
A propósito, te comparto mi poema titulado Sin tregua.
En medio de la peste, del terror, de los cielos rojos, de la ruina bursátil, de la cerrazón supina, del presagio funesto, de seísmos históricos, de apocalipsis cumplido, de paranoia infundada; en medio de eso —y de lo que osen crear, generar, magnificar, enviar o desear—, las letras no cesarán... no estarán en cuarentena.
Nos vemos la próxima semana. Te espero.
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