“Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas”. George Owell La prueba de que estamos a las puertas de una involución hacia prácticas políticas de tipo totalitario y antidemocrático, la estamos empezado a tener en las últimas actuaciones del Gobierno, en las que se evidencia la influencia de Podemos, los comunistas bolivarianos, en lo que a dogmatismo y absolutismo se refiere, evidenciado en los obstáculos, impedimentos, intentos de silenciar la verdad, chantajes, censuras etc., que por parte de los poderes públicos se está ejerciendo contra la libertad de la prensa a informar, sin cortapisas, de todo lo que está sucediendo en el país, aunque lo que se denuncie sea del poco agrado de los que nos gobiernan.
Una cosa es predicar y la otra dar trigo dice el refrán y, sobre este tema, seguro que los que nos gobiernan nos podrían dar lecciones. Utilizan la técnica de bombardearnos a todas horas, por todos los medios a su alcance, invadiendo las pantallas de las TV y utilizando la mayoría de medios de comunicación a los que han venido subvencionando, para machacarnos con adoctrinamientos, falsas noticias, verdades fabricadas, estadísticas inventadas, informaciones amañadas y propaganda subversiva, todo ello con el propósito de ocultarnos a los ciudadanos todas aquellas cuestiones relacionadas con la epidemia del coronavirus y sus gravísimas consecuencias y, todo ello, con la intención manifiesta de evadir sus responsabilidades, que son muchas y graves, camuflar su tardanza en reaccionar, a pesar de las serias advertencias que el gobierno recibió tanto de los partidos de la oposición como desde la comunidad científica de toda Europa; aunque hubiera bastado, para encender la alarma, ver lo que ha estado sucediendo en Italia y las consecuencias desastrosas que, para aquella nación, ha tenido el no estar preparados convenientemente para enfrentarse a la pandemia.
Saben que la mala gestión, la improvisación, el retardo, los intentos absurdos de retrasar las informaciones y la alerta a los ciudadanos, intentando evitar la consiguiente alarma, les van a reportar un grave desgaste. Son muchos miles de muertos, por encima de los 9.000 (y los que van a venir) y los contagiados (por encima de los 100.000) para que, en la memoria de los ciudadanos no quede almacenada la idea de que, el gobierno de los socialistas y comunistas, ha demostrado no estar a la altura de las circunstancias. Sin duda alguna, van a apelar a todos los medios, trucos, mentiras, falsedades y cuantos argumentos les puedan favorecer para que, cuando se consiga detener la epidemia que nos azota, venderles a los españoles, como ya lo vienen haciendo con la crisis del 2008 (durante la cual estuvieron gobernando los socialistas) los recortes que el PP, cuando asumió el gobierno de la nación, tuvo que hacer para evitar tener que ser rescatados por Europa. Pero por mucho que lo intenten son demasiados los damnificados, los que han perdido a algún amigo o familiar, los que han tenido que pasar por la vergüenza de tener que estar echados en los pasillos de los hospitales mientras desde la TV se nos decía que todo estaba controlado, para que, llegado el momento no se les pida cuentas a los principales responsables de este caos sanitario.
Resulta que, según el Gobierno, no se puede ayudar a los autónomos condonándoles el pago de los impuestos que gravan su actividad, por razones de prioridad de las ayudas y, incomprensiblemente, en el momento más inoportuno y pese a que seguimos siendo azotados con todo intensidad por el Covid19, el Gobierno tiene un gesto de magnanimidad con las TV privadas, aquellas que le vienen siendo fieles ocultando sus fracasos, no sólo para ofrecerles una subvención, sino pidiéndoles que sean sus propios gestores los que hagan un cálculo de lo que precisan para salir del aprieto que les causa sus pérdidas millonarias en anunciantes ¡vaya, aquello de firmarles un cheque en blanco! Y, a la vista de la cuantía de la subvención que han sacado, no hay duda que han sabido cubrirse la espalda a costa del dinero de los españoles. Una subvención de 15.000.000 de euros, sin duda hubiera podido solucionar los problemas de muchas familias en situación precaria o hubieran dado para contratar a médicos y enfermeras de países vecinos para que vinieran a ayudar a nuestros hospitales saturados. Pero no, era preciso tapar bocas, en este caso redacciones y columnistas, para que no acusaran al Gobierno de desidia e ineptitud para afrontar la crisis sanitaria.
Pero, como suele suceder cuando un Gobierno está superado, empieza a hacer aguas por los cuatro costados y le crecen los enanos, hasta sus más fieles aliados, aquellas personas que se habían creído que, con la llegada de los socialistas, España iría mucho mejor, no pensaban que el señor Pedro Sánchez iba a traicionar a sus propios votantes aliándose con los comunistas de Podemos, introduciendo en la casa de ladrillo del cerdito sabio al propio lobo feroz, en este caso representado por el señor Iglesias que, como ya se podía esperar de una persona de sus ideas y antecedentes, no ha sido precisamente un cero a la izquierda como, seguramente, había pensado el señor Sánchez y, cuando ha tenido la oportunidad, ha fijado sus reglas con tal energía que ha conseguido eclipsar a la perla de la economía del PSOE, la señora Calviño, vicepresidenta tercera del gobierno, que ha tenido que tragar sapos mientras se veía desautorizada por su propio jefe de filas, que vendería a sus padres cuando se trata de conservar el poder.
Y han sido aquellos que han defendido al Gobierno en muchas ocasiones los que se han rebelado en contra del intento, o mejor dicho, la imposición manu militari de la censura a todos los periodistas que acudían a los actos públicos en los que, ministros y científicos, daban cuenta de la situación y los efectos de la pandemia de coronavirus, que está asolando España. Se obligaba a los periodistas a que tuvieran que presentar, previamente, las preguntas que se les hacían a los comparecientes para que fueran revisadas y censuradas por el señor Miguel Ángel Oliver, Secretario de Estado de Comunicación, quien decidía si la pregunta era oportuna o debía ser rechazada. En ningún caso se daba la oportunidad de repreguntar, aún en la circunstancia de que las autoridades a las que se les formulaba, como ha venido sucediendo regularmente, esquivasen la contestación, respondiendo lo que les daba la gana, incluso sin ceñirse al tema sobre el que habían sido inquiridos. La profesión periodística ha reaccionado indignada ante esta arbitrariedad mediante un manifiesto en el que se reclamaba el derecho a la libertad de información y a poder ejercer su profesión sin ninguna clase de censura. El efecto inmediato ha sido que no se han facilitado informaciones a todos aquellos medios que protestaron contra la censura gubernamental.
En todo caso, como ya hemos comentado en más de una ocasión, las izquierdas en este país son las que tienen copada la información, ya que un alto porcentaje de los medios de comunicación visuales, hablados y escritos, están dominados por personas, directivos, locutores y magnates pertenecientes a las izquierdas o a los separatistas, lo que apenas les deja a las derechas unos pocos medios, eso sí, importantes y manejados por excelentes periodistas de gran prestigio, que se las ven y se las desean para intentar contrarrestar el cúmulo de propaganda izquierdista y los bulos y fake news que copa el 90% de la información que se da en nuestro país.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estamos constatando que las reacciones que esperábamos de los partidos de la oposición no son lo suficientemente serias y agresivas para hacer mella en este gobierno de socialistas y comunistas que, por desgracia, da la sensación de que están consiguiendo ganar esta batalla en la que, se quiera aceptar o no, lo que va a suceder, si se sigue permitiendo al señor Iglesias que vaya avanzando en su programa comunista, será que, poco a poco, vamos a ir perdiendo libertades, la censura se va a hacer más estricta, el control de la vida de los ciudadanos más intenso y la intervención del Estado en la economía más directa, exclusiva y excluyente, restando a la iniciativa privada la libertad que le proporciona una economía de mercado libre regida por las leyes de la oferta y la demanda. Un ejemplo del caos al que nos pueden conducir estos señores que nos mandan, lo tenemos en el fracaso del ministerio de Sanidad en las compras que, sin experiencia ni conocimiento, hicieron a empresas de la nación China que, ni siquiera, estaban homologadas en su propia nación. Y es que, señores, “para muestra basta un botón, los demás a la camisa”.
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