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Lecciones norcoreanas en la diplomacia iraní

20 años más tarde, Corea del Norte es potencia nuclear, más amenazante que nunca
Michael Rubin
miércoles, 12 de noviembre de 2014, 08:00 h (CET)
Han pasado ya más de 20 años desde que la administración Clinton alcanzara su presunto acuerdo nuclear histórico con Corea del Norte. El propósito de la iniciativa diplomática norteamericana era impedir que Corea del Norte tuviera arsenal nuclear, a través de una serie de incentivos y mecanismos verosímiles de garantía. Hoy como ayer, los políticos parecían suscribir la noción de que un mal acuerdo es mejor que no tener acuerdo, a pesar de la retórica en otro sentido. Los negociadores de la época admitieron puntualmente haber advertido que estaban cerrando un mal acuerdo, pero estaban convencidos de que con regímenes comunistas desapareciendo por doquier, el tiempo de Corea del Norte se agotaba. Lo que nunca entendieron del todo en el caso de Corea del Norte como en el de Irán *es la importancia de la ideología para el régimen, y el hecho de que había suficientes incondicionales entre la cúpula y las fuerzas militares del régimen para resolver cualquier duda que opinión pública o reformistas pudieran haber tenido.

20 años más tarde, Corea del Norte es potencia nuclear, más amenazante que nunca. Sus artimañas comenzaron prácticamente en el instante en que firmó el Acuerdo Marco y los acuerdos posteriores. Wendy Sherman, que hoy encabeza el equipo de negociaciones con Irán, reaccionó a las informaciones del Pentágono por aquella época señalando las artimañas norcoreanas condenando a los expertos del Pentágono por inflexibles.

Avanzamos dos décadas: Obama busca un acuerdo con Irán que altere una herencia por lo demás lamentable, mientras funcionarios del Departamento de Estado antiguos y actuales como Wendy Sherman, Jake Sullivan o Bill Burns advierten que una forma de salir adelante a nivel personal es saltarse cortapisas diplomáticas, *tanto si vulnerar esas trabas es inteligente de cara a la seguridad nacional como si no.

Mientras la administración Obama se precipita a sellar un mal acuerdo con Irán, la noticia más reciente de Corea del Norte debería ser un toque de atención. Según la agencia surcoreana de prensa Yonhap:

/Corea del Norte habría botado un nuevo submarino capaz de lanzar proyectiles balísticos, fuentes gubernamentales y militares dijeron el domingo en Seúl, suscitando más inquietud en torno a las constantes amenazas nucleares y balísticas del vecino del Norte. Se sabe que el país comunista "habría finalizado la construcción del nuevo submarino tras importar un submarino de la era soviética de clase Golf y modificarlo", manifestó una fuente del gobierno bajo anonimato. La nave soviética se construyó en 1958 y se apartó de servicio en 1990. "El nuevo submarino tiene 67 metros de eslora y presenta 6,6 metros de batalla, y un desplazamiento sumergido en el rango de las 3.000 toneladas", declara la fuente.

*Aunque Corea del Norte todavía no domina la tecnología del lanzamiento balístico de superficie desde submarinos, se trata de un avance más en la trayectoria que Pyongyang viene describiendo sin alteración.

Volvamos a Irán: Aunque el régimen iraní dice desear la energía nuclear por motivos de uso civil, a primera vista tales afirmaciones no tienen ningún sentido: Irán no tiene reservas nacionales de uranio para alimentar un programa civil del alcance del que dice desear (ocho reactores) durante más de 15 años. Que Irán pueda alimentar su consumo con petróleo y gas mucho más tiempo y con una inversión *mucho más económica *debería arrojar dudas sobre sus intenciones. También el hecho de que Irán se haya puesto a trabajar en el desarrollo tanto de submarinos como de cabezas balísticas, cosas la primera de las cuales nunca ha formado parte del programa bilateral y a las que el Departamento de Estado parece estar dispuesto a hacerse el sueco durante sus negociaciones en el segundo caso.

Aunque el ejército estadounidense lleva a cabo maniobras de reciclaje constantemente, el Departamento de Estado nunca ha llevado a cabo ningún ejercicio de autoexamen a tenor de la razón de que su actividad diplomática *con regímenes disfuncionales haya fracasado estrepitosamente*. El Departamento simplemente nunca ha reconocido error alguno, y por eso los repite de forma constante.

Yo no estoy seguro de que alguien pueda llamar un éxito a las negociaciones americano-norcoreanas fuera de Pyongyang. Más bien han sido una catástrofe multimillonaria de proporciones colosales. Deberían ser un toque de atención, sobre todo cuando los negociadores iraníes han buscado su inspiración en Corea del Norte. Pero de haber algo positivo en las negociaciones, es la lección práctica que deberían representar para los diplomáticos estadounidenses, caso de que escuchen.

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