En los momentos difíciles de pandemia hay mil y una iniciativas que se acercan a ocupar nuestro tiempo, y si el ánimo está listo es bueno para aprovechar lecturas, videos, conciertos, juegos, poemas, etc… En mi última lectura rápida de pantalla, he querido acercarme a la primera obra novelística, que no primera obra publicada de María Teresa Sánchez Ruiz, de Puertollano, Olvidadas íberas, obra que ella debiera presentar en marzo en la Casa de la Ciudad, y que por culpa del contagio no pudo ser, como a todos nos hizo posponer o anular eventos. La novela, su primera novela de esta profesora de Primaria, cambió su rumbo en la forma de ofrecerla a sus lectores. Actualmente, está en la plataforma de Internet hacemosciudadreal.es, de la Concejalía de Participación Ciudadana, desde donde Teresa la ofrece generosa a todo quien quiera visitar ese espacio. Teresa nos trae una novela deliciosa, negra, corta, misteriosa, amorosa, inteligente, criminal, sinuosamente dispuesta para que vayamos descubriendo los rincones de Ciudad Real y Madrid, con algunos personajes reales, entre sus tres protagonistas principales de la trama, Elvira, Ernesto y Fidel, pero también una casa de la calle Alarcos, el mismo yacimiento del Cerro de Alarcos, la fiel Graci, la lengua íbera, Poblete, junto a esos elementos un Juez de Instrucción, una Subdelegada del Gobierno, y unos eventos paranormales, con vocablos que llevan a Teresa a demostrar que si importante es la lengua íbera a descubrir, no lo es menos los utilizados en su lengua materna para edulcorar y ambientar la novela: Sibilas, sacerdotisas, radio-astrónomo, antropólogos, místicos, energía concéntrica y telúrica, paleo-genética, y algunos de ellos anunciados en los telediarios de una séptima cadena oficial.
“¿Vibran los árboles? ¿Vibra el mundo? ¿Vibra la naturaleza? Si es así, ¿Un lugar sagrado tendría altas vibraciones? ¿Y un lugar malévolo que esconde sonidos del grito, el aullido de dolor, la miseria y la pena, tendría también vibraciones altas? Quizá tal vez algunos fenómenos se revelarían simplemente para pedir justicia con o sin vibraciones”.
Lo paranormal de esta valiente novela se funde ahora en mi mente con los últimos avances del coronavirus: han descubierto que la molécula vibra y así destruye, pero lo paranormal vibra también y junto a la realidad más traicionera, parece avisarnos de la maldad.
Puertollano es protagonista, se cita como “astro del petróleo y la química”, con la autora, porque es mucho lo compartido, pero no solo es la ciudad, también se cita a los “pueblos satélites de alrededor”.
El profesor protagonista habla de barbarie y conflictos del mundo y de múltiples necesidades que no se pueden cubrir. Parece que sabe que es obra nacida en plena pandemia, y aunque se habla de “una lengua tan precaria como el íbero, pero con tantas competencias verbales y espirituales, comienza a alzarse como una lengua no intrusa, como una lengua sólida que enraíza a la humanidad a nivel mundial, global, y que aporta calidad humana y bondad a quienes la hablan”. Ojalá. Teresa. Sea.
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