Ha bastado un coronavirus con nombre de mascota de una Olimpiada, Covid 19, para despertar la condición humana en 2020.
Todos aquellos que hasta ahora habían sido nuestros socios luchan para conseguir “sus” respiradores, “sus” mascarillas, “sus” medios para salir de la pesadilla y nos convertimos en competidores, antagonistas o émulos unos de otros porque los que se mueren son “sus” muertos o “los nuestros”. Y ya se sabe que los muertos de otras geografías no son “los mismos”. Son “otros” muertos.
¿No éramos una Unión Europea? ¿O hemos vuelto al estado-nación? Parece que sí. Cuando el miedo es ecuménico, el sálvese quien pueda se convierte en el subterfugio ante la muerte y el temor dispone a los seres humanos, en muchas ocasiones, a desertar de la defensa pública. La palabra solidaridad se convierte en un ensalmo.
En unos meses veremos que los “hombres de negro” estarán echándonos el aliento en el cogote como resultas del “plan de solidaridad”, exigiendo intereses y pago de deudas. ¿Seremos Grecia?
Al mismo tiempo el poder sigue ejerciendo un control omnímodo sobre la ciudadanía que ve mermados sus derechos y libertades en aras del orden y la seguridad. En el siempre socorrido binomio entre libertad y seguridad que determina la base conceptual del derecho natural ha triunfado claramente la seguridad. Y, como pretexto de ella, renace con fuerza el gran Leviatán que ya anunció Hobbes y la conformación de un ser humano “artificial” del que se sabrán todos sus pasos, todos sus gustos, todos sus deseos y el derecho a la intimidad será una definición vacía en un papel.
El pacto de soberanía que tiene el ciudadano con el Estado nacerá del miedo. Y, en consecuencia, surge una especie de kingdom of darkness, un reino de las tinieblas en las que germina una confederación de impostores para obtener el dominio sobre los seres humanos de este mundo, recurriendo a doctrinas oscuras o erróneas para condenarnos de nuevo a la caverna de Platón. Estamos en este escenario.
No podemos ceder y debemos seguir leyendo en los seres humanos para alcanzar la sabiduría y no solo en los libros. Léete a ti mismo. Leámonos, porque lo que cualquier ser piense, opine, razone, espere, tema… es lo mismo que leerá y conocerá en los pensamientos y pasiones de todos los otros seres humanos en circunstancias parecidas.
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