El ‘agitprop’, tan propio de esta izquierda dengosa, se les va a volver en contra. La calle ya no la controlan quienes ni siquiera controlan el gobierno ni la crisis. La mordaza no la admiten las sociedades occidentales, como no admiten chapuces ni amenazas. Comprobamos que el comunismo de Iglesias campa en albañales y anochece en las zahúrdas.
Su intento de controlar los medios no es más que un complejo de inferioridad que se manifiesta en un mecanismo de compensación, al que se amortigua con tres gritos y un razonamiento serio.
El Gobierno nos oculta datos y destierra la transparencia. Con esta crisis negar la realidad es mortal, como se ha podido comprobar. En nada nos beneficia tener gobiernos que hagan ondear las banderas de la superficialidad, la opacidad, la intransigencia, el enfrentamiento, la complacencia, la absurda arrogancia, la deslealtad, la absurda unilateralidad y la inmundicia que representa el totalitarismo del socialcomunismo. Con la llegada del actual Gobierno se ha puesto en peligro el Estado de Derecho. Y esto hay que resolverlo ya mismo.
Infinidad de medidas se han publicado sin consensuar ni consultar. El Parlamento es un convidado de piedra; se ha aprovechado la puerta de atrás para ir colando porquería socialista pactada con el sentir procomunista: ese misma que tanto daño ha hecho en países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Corea del Norte…. Con el Gobierno actual, capaz de confundir un estado de alarma con uno de excepción, la política que se hace emerge desde las cloacas de la mal entendida democracia, donde no falta la mordaza a la ciudadanía, las amenazas desde el Parlamento, la chapuza tras chapuza como forma de gobernar y el excesivo control de los medios; incluso la amenaza a los mismos y a los analistas o periodistas discrepantes.
La inoperancia del Gobierno es muy dolorosa; estamos hablando de escándalos, corrupción e insolvencia, además de un sinfín de irregularidades, sospechas de beneficio personal, tráfico de influencias, mediocridad... Y todo ello en medio del desprecio a la ciudadanía. Por eso, a medida que se vaya normalizando la situación, hay que plantearse la petición de responsabilidades. Nunca habíamos tenido un Gobierno tan ineficaz e incompetente.
Tales adjetivaciones nos llevan a una síntesis evidente que es como decir que tenemos un Gobierno miserable; adjetivo tan utilizado por el machista Iglesias para fustigar a las diputadas de Vox y a Ana Oramas: el mismo a quien Álvarez de Toledo dijo que “si fuera la ministra de Igualdad y mi pareja saliera en mi defensa, cual macho alfa, para protegerme de la críticas, lo mandaría a dormir al sofá o a la tinaja que tienen al lado de la piscina con forma de riñón”.
En algunos ministerios y vicepresidencias también podemos hablar de personajes siniestros, gorreros, mentirosos y vocingleros al más puro estilo del verdulerismo español. Fíjense ustedes que hablamos de la vicepresidencia segunda, del Ministerio de “Igual-Da”, del Ministerio de Consumo, incluso del Ministerio de Empleo. Anécdotas hay para escribir varios tomos, empezando por la ineficacia, siguiendo por la desidia y la torpeza para acabar por el “buitreo”.
Y si lo prefieren, fíjense en el abandono irresponsable de la vicepresidencia a cuyo cargo están las residencias de ancianos; nunca mayor insensato estuvo tan escondido como el “marqués”. Me hace recordar la intervención parlamentaria de Macarena Olona respecto a que “los corruptos, como las ratas, se esconden en la oscuridad”. Cuando empiezo a peinar canas, créanme que jamás conocí tan abrumadora cantidad de horteras y melindrosos prescindibles como en la formación de Unidas o ‘Hundidas’ Podemos.
Toda la artillería que el “marqués de Galapagar” lanzó sobre la representante de Vox no es más que la proyección de él mismo ante el espejo. Una vez más utilizó la falta de argumentos para caer en el insulto propio de un gorrón, acabando contra las tablas. Como dijo Álvarez de Toledo, Marquesa de Casa Fuerte: "De marquesa a marqués, hoy te has pasado".
En fin, como los niños y los ancianos son los que siempre dicen la verdad, también nos valen los gritos del alumnado de la Complutense para definir a nuestro ‘vendeburras’ chavista de hoy: “¡Fuera ‘vendeobreros’!”.
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