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Personas cabales

Los caprichos libertarios tienen muchas caras, muy ELOCUENTES, ¡si las queremos ver!
Rafael Pérez Ortolá
sábado, 2 de mayo de 2020, 08:36 h (CET)

Antes de pronunciarnos sobre su existencia o no, entremos en algunas consideraciones aproximativas. El asunto resulta anticuado si ceñimos las miradas a las inquietudes pululantes por las mil redes comunicativas; dirigen por otros derroteros las actitudes ciudadanas, las tienen ocupadas a tope, enemigas de los compromisos o esfuerzos prolongados. Las meras reflexiones sobre los aspectos cualitativos suenan a comentarios esotéricos, como si no estuvieran en clara correlación causal con los ambientes establecidos y sus consecuencias. Por el contrario, las VENTURAS aparecidas en las aventuras existenciales dependen de ellas en gran manera; si las atendemos o no, eso derivará de los restantes posicionamientos.

La variedad entre los humanos es la regla, por su fuerza, inteligencia u otras aptitudes. Al hablar de gente cabal no pensamos en superhombres, sino en aquellos aplicados en el mejor empleo de sus cualidades adaptados a las circunstancias en que se encuentren. Su voluntad les inclina a esa orientación prioritaria, superando las dificultades naturales, enfrentados a los oponentes con peores intenciones, buscando metas relevantes. Descartaremos a los HOMÍNIDOS (Hombres y mujeres) limitados a su biología elemental sin otros cuidados. A pesar de las modernidades, sorprende su abundancia, sus intereses van por otros rumbos alejados de la calidad personal; dominio, dinero, poder, maldades, con gran acogida.


Contemplamos los efectos de las actitudes, su colorido expresivo; con menos interés por las motivaciones subyacentes.

Los actos derivados de ellas, la decoración, repercusiones, las valoraciones, tuvieron una gestación previa, sin duda. En el supuesto de ignorar esos orígenes, apenas estaremos entretenidos en un revoloteo superficial, devaluando las relaciones establecidas. Las personas necesitan el cultivo de su INTERIORIDAD para ejercer como entes consistentes.

Desde ese núcleo, agarrados a sus pertenencias cualitativas, estructuran su manera de pensar, forjadora de su propio estilo. Descuidado ese laboratorio interno, apenas se diferenciaría de los títeres pendientes de la oscilación de los hilos exteriores.

Cuando alguien se expresa pasa por diversos salones, comienza por su recoveco interior, por su escueta intimidad, la sala familiar, las proximidades, lugar de trabajo u otros foros, según sea el caso considerado. Disponemos de importantes resortes para modelar esas presentaciones. En el manejo de esos variados resortes asienta una parte importante de la personalidad del protagonista; con altas cotas de libertad, para ocultamientos, falsedades, disimulos, silencios o tergiversaciones sutiles. Por eso cobra especial relieve la SINCERIDAD. ¡Ay! Uno de los principales pilares de la prestancia del sujeto en cuestión, de su entidad como persona. Contibuye a la puesta en valor de quien la practica.

Es de ver y lamentar, en pequeñas agrupaciones y no digamos en los puestos de responsabilidad pública, a donde nos conducen aun las acciones bien preparadas por prescindir en su ejecución del oportuno comedimiento. Las extralimitaciones degradan progresivamente la solidez de sus argumentos, por otra parte nunca con carácter de absolutos. No estamos aislados, ni en cuanto a pobladores ni en lo referente a unos razonamientos; una vez más, con la pluralidad a cuestas. El temple requerido es una característica de asociación prioritaria a la hora de completar la personalidad; corresponde a la CIRCUNSPECCIÓN, prudencia o seriedad, enriquecedora de la convivencia gratificante.




Tampoco se trata de idealizar la complacencia en una estabilidad, dañina por lo conformista, sin evoluciones para su proyección. Los claroscuros son persistente. La claridad total es sólo una utopía, porque nos desenvolvemos entre limitaciones y fronteras. Por eso son de mal gusto las recetas presuntuosas (Con frustraciones y penalidades). Partimos de las realidades donde estamos ubicados, acompañados por la terca incertidumbre, aunque entrevemos algunos horizontes. El individuo se completa con el ilusionante toque de la INSPIRACIÓN para salir del marasmo afincado en los pusilánimes; con la intención bien enfocada para evitar las posibles trampas instaladas en estas peripecias.

Con el excesivo personalismo nos encaminamos a una serie de penosas consecuencias; sin que sea suficiente ese mero registro de reconocernos entre otras realidades. La complejidad es abrumadora e inesquivable, con el desconocimiento de sus rasgos profundos. En ese mar de fondo, si algo está claro es la interdependencia entre los diversos integrantes del conjunto. De unos personajes supuestamente racionales, cabe esperar un buen entendimiento de dichas relaciones, tanto en el plano receptivo como en el participativo de las aportaciones propias. Ese es otro toque de valía para los ciudadanos, su sentido COMUNITARIO aplicado a la directriz de sus intervenciones.

No estamos hablando de imitaciones estereotipadas según la idea de algunos modelos. De qué serviría esto si al fin fueran obras ajenas. Vividas como extrañas, únicamente sacarían a relucir la vacuidad del imitador. De la persona cabal esperamos otros posicionamientos de mayor enjundia, con la aparición simultánea o sucesiva de cualidades como las mencionadas o bien otras de gran relieve. Aquí citaría otro aspecto importante, es poco efectiva la reclusión de las bondades en el interior de estos personajes; al menos precisamos de él que ofrezca una TRANSPARENCIA ejemplar, para la mostración de sus virtudes , de su presencia real, sin equívocos enajenados.

Brillan con luz propia las personas cabales. Al margen de su número o de su ubicación en determinados ambientes. Su CARISMA por sí solo ya resulta reconfortante, agrandado cuando sus prácticas enriquecen las relaciones. En un ejercicio asequible para todos, podemos repasar las figuras con este estilo de actuación de las cuales hayamos podido tener referencia directa, fuera algún familiar, vecino, maestro, médico o simples compañeros de fatigosas labores.

Reflejan eso que apenas intuíamos con las teorías, las contemplamos como actuaciones reales. El que su proporción sea escasa no disminuye un ápice su fulgor, al contrario, este se incrementa en la escasez. Por lo tanto, sobrepasan el valor de la imagen.

En la sociedad actual, atareados con la fiebre de los cambios acelerados, hemos caído con sorpresa en una serie de TRAMPAS ladinas, gestadas incluso a la vista de todos con verdadero arte. Sus beneficiarios no siempre son manifiestos, pero siempre avezados. El denominador común de estos engaños suele trazar amplias libertades para unos pocos, a base de embaucar a muchos, haciéndoles ver que desconocen casi todo y apenas unos cuantos iluminados son capaces de conducirnos al progreso, lo que no dicen es quien progresa.

Los caprichos libertarios tienen muchas caras, muy ELOCUENTES, ¡si las queremos ver!. Con estas trazas, desprovistos de las principales características del ser humano, ni con un candil tropezaremos con gente cabal; seguiremos disfrutando de la rueda sin rumbo.

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