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Verdades fluyentes

A la vista del panorama general, no parece que estemos muy interesados en las verdades
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 15 de mayo de 2020, 09:02 h (CET)

Junto a las verdades del momento (Las otras, las absolutas, son de otras dimensiones), orbitan una serie de realidades con decisivas influencias. Afectan a la comprensión de cuanto sucede, en especial, según sean tenidas en cuenta o se pretenda ignorarlas. De cualquier forma, las nuevas actuaciones modificarán a su vez las realidades, influencias e incluso las verdades circulantes. Abordamos la vida con grandes dosis de INGENUIDAD, pero no por desconocimiento radical. Adheridos a un simplismo generalizado, confundimos las querencias propias con la compleja realidad; con un desdén impropio hacia las entidades ajenas, sean individuos, el público diverso o las creaciones de las cúpulas gestoras.

La inmediatez de las actuaciones, de un suceso, de una simple decisión, suele ser absorbente; en ese momento se piensan pocas cosas más. En cambio, tiene menos lógica el olvido de los antecedentes, de las numerosas conexiones relacionadas con dichos eventos. Los ejemplos concretos son ventanas abiertas a la inmensa complejidad; El caso de las niñas de Alcásser, el hundimiento de un vertedero, las ocultas andanzas de un ministro en el aeropuerto, pueden ser demostrativas. Las CIRCUNSTANCIAS son determinantes para el conocimiento y calibración de los hechos. Pero también lo son, y solemos olvidarlo, como intervinientes en su elaboración, disimulando responsabilidades y posibles prevenciones.

No sabría si denominarla condensación o ampliación de circunstancias confluyentes, cuando nos acercamos a la AUTORÍA de las acciones en curso de cada asunto. Llamémosle agente a esa persona o varias con la capaciad de activar un evento concreto. Estos autores resumen en su gesto muchas de las impresiones foráneas, aún peor, en su interior aportan una impresionante carga de complejas variantes. Su rango de actuación es crucial, situados en puestos relevantes o simples particulares. Su individualismo o gregarismo. Su imagen. Sus ideas. Su importancia puede fijar la atención en la exclusiva verdad del autor. Centrados en ella, sin levantar la mirada, como si su obra fuera la única verdad involucrada.

Después surge así como una apropiación indebida. Cualquiera de los actores, lo somos todos cada uno en su papel, se agarra con frenesí al objeto conseguido con sus actuaciones, sea del tipo que sea. También desde fuera tiende a considerarse como un hecho consolidado, obras son lo que cuenta. Supone la reducción del sentido, fijado en una OBRA, material o conceptual, sujeta a gran cantidad de matizaciones poco atendidas. Cobra vida propia por su utilización posterior, zonas de influencia, valoraciones diferentes según el sector involucrado, adaptación o no a la realidad conocida. El autor pierde progresivamente el control, desde fuera es inalcanzable en su totalidad y pasa a ser un elemento más de la complejidad.

La experiencias directas representan un mínimo porcentaje, con la ventaja de percibirlas con pocos intermediarios, pero distanciadas de los mediadores prolíficos ubicados por los entornos. La abundancia de estos nos hace dudar. ¿Somos en realidad capaces de percibir las cosas en directo, personalmente? Figurénse estos detalles asociados a la consideración de las verdades; por muy incompletas o transitorias, verdades al fin. La COMUNICACIÓN ejerce como un complemento inesquivable, su mediación abre las argumentaciones de la convivencia, pero estamos ante otra entidad ambivalente; muestra, pero también esconde realidades. Y, mucho peor, las intenciones perversas suelen servirse de sus efectos.

No nos cansamos de las exploraciones en este sentido con enfoques renovados. Actuamos en busca de las esencias útiles. Miramos hacia lo alto, grandes empresas, prestigios o las mejores técnicas para la adquisición de conocimientos. También hacia las penalidades de los humildes, con su escasez de recursos o las ignorancias descuidadas.

Investigamos por las proximidades o indagamos en las lejanías, escarbamos en el pasado o elucubramos sobre el futuro, sueños y perspectivas. Buscamos las confirmaciones palpables; aunque las frustraciones son elocuentes. Los resultados obtenidos en cada tramo, quizá nos hablen del carácter ESOTÉRICO de la verdad. El acercamiento a ese claroscuro es la única posibilidad.

A nadie extrañará el cosquilleo intelectual al encontrarnos en los aledaños de ese concepto añorado, impreciso y maltratado. Con ese su estar o no estar un tanto fantasmal e inquietante, porque al cabo no podemos desentendernos de sus influjos. Lo visto ya fue, ni sabemos donde habrá quedado; lo actual, ha dejado de serlo al instante; y en cuanto al futuro, está por ver. El tiempo no dicta sentencia, mantiene la sucesión de argumentos y las conexiones no se detienen. Las verdades forman parte de ese conjunto dinámico donde la FLUIDEZ destaca sobre cualquier otra apreciación. En él, el estancamiento es antinatural, además de imposible, pese a los intentos artificiosos en contrario.

El haz accesible de las cosas complicadas, suele presentar con frecuencia un envés clarificador, de rasgos sencillos, pero no manipulables. Roza la intuición y la percepción extrasensorial de indiscutible eficacia para los aprendizajes humanos. En el caso de la verdad es el AURA acompañante de la verosimilitud de las expresiones. Saca a relucir el contraste expresivo entre el desvario y las aproximaciones, lo más cercanas posibles a la realidad. El pálpito de la verdad es de una elocuencia inusitada; está desplegado ante cualquier observador. Pero es exigente, exige un cierto aseo mental para eliminar el lastre atosigante de la pasividad o el engreimiento intempestivos.

Entendidos así los matices y las realidades de la verdad, cualquier recurso para facilitarnos la aproximación a su conocimiento será bienvenido. Desde los descubrimientos científicos a las sucesivas reflexiones contrastadas, nos aportan una serie de posibilidades para auparnos en esa rueda evolutiva con la mayor precisión posible. Como es lógico no estamos considerando TÉCNICAS consolidadas de piñón fijo, porque también ellas estarán supeditadas a la intolerancia del tiempo, como lo está el resto de los entes. La adaptación requerida a las circunstancias esporádicas no permitirá distracciones; estas sólo nos conducirían fuera de la mencionada órbita de la verdad.

Una primera conclusión sí parece verosímil, no son necesarios los guardianes celosos de la supuesta verdad, en todo caso la suya; nada que ver con la verdad en general como si la tuvieran guardada en un museo. El río de las verdades en movimiento se guarda a sí mismo debido a su distanciamiento constitutivo. Esta percepción nos impulsa a la SOSPECHA activa, al rechazo, de todo aquel personaje con ínfulas de controlador del fenómeno. La melancolía decadente por no poseer ese poder está fuera de órbita.

Dejado aparte el lamento plegado a la necedad, necesitamos estrujar el entendimiento para ser capaces de unas aproximaciones en paralelo al FLUJO de las verdades, cuidadosos en los acercamientos, sin recurrir a las falsedades enajenantes, aunque sean promovidas por numerosas mayorías.

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