La comunicación periodística actual tiene muy poco que ver con el cultivo de la narración. Esta nace en el principio de los tiempos con la transmisión oral. Los ancianos de la tribu contaban sus recuerdos, conocimientos y experiencias al calor de la lumbre. Durante muchos años no pudo establecerse la comunicación por escrito. Los libros estaban al alcance de muy pocos. La mesa de camilla era el altar donde se oficiaban todas las narraciones. Hasta nuestros días.
Los medios de comunicación han acabado con la narración oral. Para colmo, a nadie le interesan las “batallitas” que queremos transmitirles los mayores. Sin embargo el Papa Francisco ha puesto el dedo en la llaga en su Mensaje de hoy. Francisco afirma que "en medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros."
Esto es lo que yo he pretendido a lo largo de mi vida. Cada semana. Transmitir buenas noticias. Primero en nuestro metro cuadrado, a los hijos, a los nietos; después a los amigos y conocidos; finalmente, por donde podamos y a quien podamos. Yo lo hago en la radio, Facebook, mi blog y mis contactos directos por correo electrónico.
La narrativa actual consiste en descubrir y magnificar los defectos del otro. Alentar la controversia y magnificar la mala leche. No me convence. Yo seguiré en mi empeño. Narraré cuanto bueno sucede a mi alrededor y procuraré avivar un recuerdo y rescatar nuestras sonrisas, que muchos se empeñan en que convirtamos en un rictus.
Mi buena noticia de hoy es que siguen existiendo excelentes narradores. Hay que buscarlos con lupa, pero están por ahí. Yo le recomiendo, a cuantos me quieran leer, que cuenten sus experiencias a cuantos les rodean. Permite transmitir esperanza y nos ayuda a rescatar buenas sensaciones cuando el mundo se empeñe en lo contrario.
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