Supongo que me sucede lo mismo que a la mayoría de ustedes. Todos tenemos miedo al dolor y a lo desconocido. Los medios de comunicación tampoco nos ayudan demasiado.
En las lecturas de la Misa de hoy, el evangelista Mateo recoge la frase de Jesús a sus discípulos “no tengáis miedo”, la repite en dos ocasiones.
Jesús nos dice a los hombres que valemos mucho. Que tan solo tengamos miedo a los que pueden matar el alma. Y ahí está el problema. Cuantos asesinatos se cometen cada día dejando morir de hambre a una parte de la humanidad mientras que algunos nadan en la abundancia. Cuantos asesinatos se cometen en la integridad de aquellos que caen en manos de los falsos profetas, los propagadores de noticias falsas, los vendedores de la honra propia o de los demás a cambio de una paga que no les da la felicidad.
Tenemos que tener miedo a ese enemigo solapado que nos acosa con el dinero, el poder o el prestigio. Ese sentimiento negativo que nos atosiga con un egoísmo que acrecienta nuestra mala leche.
La buena noticia de hoy, nunca mejor dicho, nace de la enseñanza de ese judío, nacido hace muchos años en un país pobre, que nos dejó su enseñanza y su forma de vivir. A Él y a su palabra no debemos tenerle miedo. Siempre está de parte de los que sufren. Siempre está a tu lado. Lo notes o no. Que se lo pregunten a los que han estado sin su familia en los hospitales padeciendo el Covid 19. De pronto alguien les cogía su mano desde el anonimato de la mascarilla. Eso es Dios.
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