En los últimos años, ciertos países han apostado por legalizar el cannabis (conocido de forma común como marihuana) como modo de educar a la población sobre aspectos positivos y negativos, y sobretodo, sirve como una herramienta más para recaudar impuestos y que todas las transacciones queden fuera de los ojos de la hacienda fiscal del país correspondiente.
Uno de los países pioneros en el mundo fue Uruguay, que en el mes de julio del año 2017, se convirtió en el primer país del mundo que legalizaba el cannabis en su territorio.
Tres años después, los resultados han sido bastante satisfactorios: los consumidores están contentos de que su afición no sea vista como algo criminal, las farmacias (que son las encargadas de su venta) están aumentando sus beneficios y el gobierno, también ha visto en el cannabis una forma de recaudar más impuestos. Además, los ratios de criminalidad relacionados con el tráfico de drogas se han reducido de forma significativa desde que se legalizó la marihuana.
Por el momento, el único país que permite el consumo de THC de forma legal (la propiedad psicoactiva del cannabis, el componente que "coloca") es Holanda, cuya capital se ha convertido en uno de los puntos más visitados por los amantes del cannabis. En el resto de Europa, el consumo de CBD y cañamo se permite ya que no posee ningún tipo de sustancia psicotrópica, únicamente aporta al consumidor una relajación muscular bastante significativa.
Desde que la Unión Europea permitió la producción, comercialización y el consumo de productos que contengan CBD, el número de consumidores no ha dejado de crecer. Además, se permite también la venta de productos con propiedades cannabicas, como el aceite de cannabis legal en España.
Muchos consumidores habituales de marihuana han apostado por el CBD debido a que las consecuencias de un consumo continuado de cannabis puede afectar de forma grave a sus facultades mentales y psicológicas, además de que genera una adicción complicada de quitarse de encima.
Lo que hace distinto al CBD del THC es que no es ni adictivo ni peligroso para la salud, y consumido de forma única, aporta un nivel de relajación muy elevado. Este hecho es obviamente visto como un plus para todas aquellas personas que han sufrido una adicción al THC (es decir, a la marihuana) y conocen de primera mano los peligros de un consumo habitual y continuado en el tiempo.
Muchos expertos inciden en que sería imprescindible que los gobiernos de los países educaran a sus ciudadanos acerca de los aspectos positivos y negativos del consumo del cannabis, ya que muchas personas se escudan en los negativos para atacar su consumo en general; o en los positivos para alabar una droga adictiva que puede afectar de forma grave la salud mental de una persona. En España, la educación sobre el consumo de drogas es bastante mínima y por parte de asociaciones y colectivos se lleva tiempo reclamando que el gobierno se aporte información científica sobre los aspectos beneficiosos, y sobretodo, los peligros del consumo de determinadas drogas.
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