El precio medio de la vivienda de segunda mano se situó en el séptimo mes del año en los 1.705 euros por metro cuadrado, lo que supone un incremento del 0,35% en comparación con el mismo mes del año pasado, según se desprende del informe mensual de precios de venta de pisos.com.
En comparación con el mes precedente, la subida ha sido de casi un 1% (0,83%). Por regiones, los repuntes más importantes en comparación con julio del año pasado se dieron en Navarra (+6,75%), Baleares (+5,40%) y Canarias (+3,45%), mientras que las mayores caídas se registraron en Castilla-La mancha (-5,51%), Murcia (-2,59%) y La Rioja (-2,25%).
Respecto al precio, Baleares (3.218 euros por metro cuadrado), País Vasco (2.735 euros) y Madrid (2.630 euros) se situaron a la cabeza como las comunidades autónomas más caras.
Por el contrario, entre las más baratas se encontraron Castilla-La Mancha (865 euros), Extremadura (998 euros) y Murcia (1.101 euros por metro cuadrado).
El director de estudios de pisos.com, Ferran Font, ha afirmado que "la crisis del coronavirus está afectando a los precios, pero de una forma poco acusada".
También ha explicado que las principales capitales han sido las que han asumido los recortes en primer lugar. "Dichos ajustes tienen poco recorrido, aunque las bajadas están siendo más fuertes en las plazas donde la demanda ya venía demostrando poco interés desde hace tiempo", ha indicado.
Para Font, "la pandemia ha dado un vuelco al mercado de la vivienda". No obstante, ha señalado que, desde el fin del estado de alarma, "el ritmo se va recuperando poco a poco", y cree que, "aunque es muy probable que este año las operaciones se resientan, el sector permanece sólido".
Además, ha resaltado que la expansión del teletrabajo llevará a los compradores a variar sus preferencias de localización, "lo que podría aliviar la tensión en las zonas urbanas más céntricas a favor de ubicaciones periféricas en las que obtener más metros cuadrados dentro del inmueble, así como espacios abiertos al exterior requiere menos inversión".
No obstante, Font ha apuntado que "el deterioro de las condiciones laborales podría jugar en contra de las decisiones de compra, favoreciendo la prudencia en los ciudadanos respecto a sus finanzas".
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