Desafiando la presión internacional, el presidente chino Xi Jinping ha defendido las políticas de China dirigidas a los uigures y otras comunidades musulmanas en la provincia de Xinjiang. El sábado, Xi manifestó que la política ha sido “completamente correcta”. Se han registrado numerosas denuncias de que las poblaciones musulmanas en Xinjiang han sido víctimas de vigilancia, trabajos forzados, encarcelamiento y represión cultural, así como esterilizaciones forzadas y separaciones de niños de sus familias. Un nuevo reporte del periódico The New York Times revela que miles de lugares religiosos musulmanes en Xinjiang, entre los que se incluyen mezquitas, han sido destruidos en los últimos años.
El viernes, en una reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, Suiza, se denunciaron las acciones de China en Xinjiang, así como los ataques a los derechos humanos en Hong Kong. Un activista uigur, cuya familia está en China, habló en la reunión.
Abdulxukur Abdurixit: “Mi familia está secuestrada en un campo de concentración chino. Mi hermano es obligado a armar cargadores de teléfonos en condiciones de esclavitud. Sus cargadores de teléfono pueden ser uno de esos. Tres millones de uigures están detenidos en campos de concentración. Imagínese la población de Berlín o Chicago encerrada y esclavizada.”
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