El 21 del 12 del 20 no solo entramos en una era que nos insinuó imprudentemente Raphael este fin de semana, un periodo de tiempo que debería hacernos más sabios, solidarios, asertivos y razonables. El 21 del 12 del 20 no solo comenzaba el equinoccio de invierno, y no solo se citaban los dos capos del sistema solar en el firmamento. Todo esto con ser importante, quedaba en pecatta minuta cuando nos referimos mitológicamente a Júpiter y a Saturno. Y todo porque entonces esto pasa a ser el encuentro de un hijo con su padre, tras más de 4 siglos de desavenencia. Rencillas, malentendidos, egos desmedidos que no caben en sus órbitas.
Y lo más paradójico, 400 años sin hablarse y el hijo pródigo decide volver a casa en el momento en que lo que se demanda es prudencia y distancia. Más o menos la misma de la que no había rastro hace unos días en el Wizink.
A veces adoptamos a la perfección el papel de un sistema solar extremadamente irresponsable.
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