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En el paso de un año a otro vamos a abrirnos a la esperanza

Atentos a lo que nos rodea no nos dejemos engañar
Francisco Rodríguez
martes, 29 de diciembre de 2020, 12:12 h (CET)

Me pongo al ordenador después de dos semanas de dolencias y alifafes propios de mi edad. Cuando era un muchacho el 28 de diciembre celebrábamos bromas el día de los Santos Inocentes. Hoy las bromas sobran aunque haya quien siga con ellas.

Ahora no es el relato de los niños degollados en Belén por orden del rey Herodes sino la horrible realidad de cientos de miles de niños abortados en España con los más peregrinos razonamientos: “mi cuerpo es mío y yo decido” pero el bebé en gestación no es tuyo para que lo mates sino para que le des vida.

Con falsos y sibilinos razonamientos la matanza de inocentes se extiende por todo el mundo. Se dice falsamente que el mundo no puede mantener a más personas, pero tenemos una España vacía. O se dice que la natalidad condena al hambre a muchos países y no es la natalidad sino nuestros criminales organismos internacionales que hacen depender sus ayudas económicas de la aceptación de toda clase de métodos anticonceptivos.

Todo muy disfrazado de vana palabrería como “paternidad planificada”, salud planetaria, hay que salvar el planeta. A nuestro planeta hay que salvarlo de todos los herederos de Malthus, el profeta que calculaba que la producción terrestre resultaría insuficiente para alimentar a la población, que obviamente resultó falsa como la explosión demográfica de Paul Erlich o la de la mal encarada Greta Thunberg.

Los poderosos actuales de este mundo pienso que están tratando de hacer experimentos con la malvada idea de reducir la población. A veces imagino que la pandemia que sufrimos puede haberse gestado en sus endiablados cerebros.

Hay como un embate contra la vida: matarlos antes de nacer, matarlos con drogas y vicios, eliminar a los viejos con la eutanasia. Así el mundo entero quedará más despejado. Las mentes criminales en que se cuecen estos planes seguramente que muchos podrán acertarlas. Hay que defenderse de esta plaga de poderosos criminales que quieren tenernos en sus manos.

Esto va más allá de las distopías noveladas de Orwell, Wells o Aldous Huxley o de las ideas criminales de Lenin o Hitler. El aborto se extiende como una mancha sangrienta por todo el mundo.

Ya sé que hay muchos científicos perfeccionando vacunas contra el Covid-19, pero esto representa un río de dinero que no sé si está en las mismas manos de los que tratan de cambiar el mundo a su antojo.

Quisiera que el año próximo se vayan alejando los negros y satánicos nubarrones que han ensombrecido el 2020 en todo el planeta, pero será necesario volver los ojos al Dios que hizo el cielo y la tierra del que nos hemos alejado creyéndonos nuestros propios dioses.

A pesar de tantas cosas que nos inquietan, revivamos nuestra esperanza y aprestémonos a construir un mundo nuevo, un mundo mejor, donde reine la paz y la justicia, sin dejarnos avasallar por los poderosos, por mucho dinero que tengan, por mucha capacidad de embaucarnos.

Con mis mejores deseos para el 2021.

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