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A estas alturas de la vida, preguntarse cuáles son los deseos, propósitos y proyectos para este, ya viejo, año 2024, es tarea facilona para aquellos que, por la edad, ya todo les da lo mismo, pero para aquellos otros testarudos que borran las hojas del calendario con goma de ilusiones, la preguntita tiene sus dificultades.
Una de las antífonas que el ritual católico conserva para la ceremonia del Jueves Santo es "Ubi charitas et amor deus ibi est". En Español: "Donde hay caridad y amor allí está Dios", pero dado el caso de que caridad y amor, en la lengua latina tienen acepciones idénticas, me he tomado la libertad de sustituir la palabra 'charitas' por 'pax'.
Se acerca el final del año y eso supone hacer un resumen de todas aquellas cosas que nos han ido sucediendo durante el camino. De forma general, podremos hacer una valoración positiva o negativa según la experiencia personal, pero lo cierto es que intentaremos siempre mejorar en aquellos ámbitos que han quedado más flojos o que queremos superar.
Acabamos de cruzar la frontera de un nuevo año. El pasado forma parte ya de nuestra historia personal para lo bueno y para lo malo. Pero no está de más reflexionar sobre los hechos acontecidos, tratar de entenderlos y encarar el nuevo año con un espíritu renovado para luchar y no dejarse vencer por los acontecimientos indeseados que a veces nos sobrevienen de una forma inesperada.
Cada quiebre de año es diferente. Recompensa obtenida si los sentimientos de culpa ceden y hay menos carga en los hombros. Actitud que pone en riesgo el gran montaje, Matrix y la pantalla croma que rasa. Atlas liberado de su pesada carga que lo esclaviza y somete. Hércules y sus doce trabajos. Juana de Arco y Rasputín tomados de la mano.
Sería extraño hablar de Navidad y no mencionar el reencuentro con la familia, la hora del árbol y los hermosos adornos navideños. Toda esa magia que convierte nuestras casas en un mundo de fantasía, regalos y color para nuestros hijos. Con la llegada de la Navidad, los sentimientos florecen en las personas, el entusiasmo y la solidaridad se hacen visibles a nuestro alrededor.
Para este año que comienza, los españoles tienen claros sus puntos de mejora, quizá algo distintos de los que a priori pueden venir a la cabeza; y es que encabezan la lista hacer más ejercicio (50%) y mejorar la salud mental (46%), muy por encima de los clásicos perder peso (18%) y abandonar malos hábitos como el tabaco o el alcohol (9%).
En el mundo andino pre-colombino la noche más larga del año era festejada como el inicio de un nuevo ciclo agrario. El 21 de junio es hoy celebrado en el Titicaca como el inicio del año nuevo aymara, el cual se supone que es el 5.530. Esta cifra se da sumando los 530 años que van desde que los europeos iniciaron la conquista del Nuevo Mundo con los 5 milenios previos.
A los ciudadanos de la civilización occidental acaban de entregarnos un librito con 365 páginas en blanco, una por cada día de este año que comenzamos, en las que iremos escribiendo nuestras acciones, de las cuales nos pedirá cuenta el Supremo Hacedor cuando llegue el ultimo día de nuestra vida.
Hay dos costumbres inveteradas cada vez que empieza el año: desearse felicidades unos a otros, y hacer predicciones sobre los acontecimientos que puedan producirse a lo largo del tiempo. Por mi parte deseo a los míos: éxito en sus estudios, en sus trabajos, en su elección de pareja que hago extensivo a todos los demás. Para los que ya estamos viejos deseamos que nuestros achaques no resulten dolorosos, penosos ni latosos para los demás.
Otro año se abre ante mis ojos, sin conocer los vientos que traerá; estoy seguro que me marcará y hasta me robe algunos antojos.
En estos primeros días del año, donde todos fijamos la mirada en los buenos deseos, injertados de esperanza, será fructífero que nos abramos a la verdad, bajo el lenguaje del sincero diálogo, la reconciliación y la solidaridad. Por tanto, comencemos volviendo nuestra contemplativa hacia nosotros mismos, pongamos voluntad en los auténticos quehaceres cotidianos, que lo substancial en esta vida es trabajar el corazón, dar asistencia y existencia a nuestros impulsos.
Hay gran ambiente de fiesta y guirnaldas de colores. En las almas... los amores, ansían feliz respuesta.
Dentro de poco llega un nuevo año, el 2022 está asomando ya un piececito por la puerta, y yo, sin embargo, llevo meses confundiéndome y pensando que el año que entra es el 2023. Puede que sea el estrés, las ganas de ver esta pandemia acabada… no lo sé, pero el caso es que me he comido inconscientemente un año, espero que no sea un mal presagio, porque, a pesar de no creer en el futuro, siempre tenemos esas ascuas de esperanza que nunca se apagan por muy mal que vayan las cosas.
Cuando pasamos de un año a otro, parece tiempo adecuado para hacer balance de nuestra vida y preguntarnos qué ha significado un año más para cada uno de nosotros. Las personas tendríamos que examinar si hemos ganado en experiencia, en responsabilidad, en solidaridad, en comprensión, en lo que los griegos llamaban areté y que traducimos por virtud; o si por el contrario hemos perdido confianza, tanto en nosotros como en el prójimo.
Pero junto con lo que respecta a lo sanitario, toca lo económico, un ámbito en donde las medidas urgentes, necesarias y extraordinarias deben de ir al menos orientadas en varios sentidos vitales para el presente y futuro de nuestro tejido productivo y económico.
Acabamos de iniciar un año con las mismas perspectivas que el pasado. Llenas de dificultades y bajo la incógnita de si vamos a desterrar definitivamente la pandemia de nuestras vidas. Esperamos que a lo largo del mismo podamos desprendernos de las puñeteras mascarillas y se nos permita volver a abrazarnos. Ojo, mucho más que antes, que nos estábamos volviendo un poco despegados.
De todo se aprende. Incluso de las malas situaciones, consiguiendo valorar los pequeños detalles: “El ser humano es superviviente y resiliente por naturaleza, pero si hay algo que ayuda a las personas a lo largo de su vida y en momentos vitales difíciles, es dar sentido y sacar aprendizajes de lo vivido”.
El término utopía (lo que no está en ningún lugar) fue empleado por Thomas More en el siglo XVI y sería “la búsqueda incansable de la Humanidad desde el comienzo de los tiempos de un lugar o sociedad ideal” y a pesar de su carácter no real, permite reconocer los ideales de una sociedad o comunidad en un momento concreto de su singladura histórica así como los obstáculos que impiden cristalizar su sueño idílico.
Hay como un embate contra la vida: matarlos antes de nacer, matarlos con drogas y vicios, eliminar a los viejos con la eutanasia. Así el mundo entero quedará más despejado. Las mentes criminales en que se cuecen estos planes seguramente que muchos podrán acertarlas. Hay que defenderse de esta plaga de poderosos criminales que quieren tenernos en sus manos.
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