Una de las antífonas que el ritual católico conserva para la ceremonia del Jueves Santo es UBI CHARITAS ET AMOR DEUS IBI EST. En Español: DONDE HAY CARIDAD Y AMOR ALLÍ ESTÁ DIOS, pero dado el caso de que caridad y amor, en la lengua latina tienen acepciones idénticas, me he tomado la libertad de sustituir la palabra charitas por pax. Ciertamente no lo hago con el propósito de modificar este cántico, sino porque podría ser un lema que todo humano deberíamos de adoptar en nuestra vida. Para ello no hay que ser cristiano ni creyente, sino tener buena voluntad y ser un persona de bien, con el deseo de que haya harmonía entre los hombres. Es lo que más necesita hoy la Humanidad. Hacia cualquier punto cardinal que miremos solo encontraremos discordia, desarmonía, contiendas, luchas y guerras. Que nadie piense que considero que una persona particular, sin poder político, ni medio alguno para imponer una paz, posiblemente deseada por todos, pueda remediar conflictos bélicos. El mayor ser humano que ha pisado la tierra fue un humilde profeta de Nazaret, tan humilde que no tenía ni, como tienen los zorros, un sitio para guarecerse, al que siguieron unos pocos soñadores que lo creyeron. No hablo de él desde el punto de vista de su condición divina, sino simplemente de su categoría humana. Vino a traer la PAZ y el AMOR al mundo. Su saludo habitual era: LA PAZ SEA CON VOSOTROS; su despedida: LA PAZ OS DEJO, MI PAZ OS DOY. Su recomendación, consejo, mandato, tomémoslo como queramos, su despedida fue: AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO OS HEAMADO. El código de conducta que nos legó fueron ocho frases lapidarias que conocemos como LAS BIENAVENTURAZAS. Ocho formulas para ser feliz, no solo espiritualmente, sino hasta humanamente. A los políticos del mundo entero se les llena la boca con la palabra PAZ, que desnaturalizan porque no ponen los medios necesario para conseguirla. Pero cualquier ser humano sí tiene el poder para lograrla, para conseguir una situación de paz y armonía no ya entre todos los hombres, sino en su círculo más cercano. En su ambiente habitual, evitando toda discordia, las discusiones, los enfados fútiles, los sofocones innecesarios. En cierta ocasión me contaron una anécdota que muy puede ser verdad o un chascarrillo. Cierta persona tenía fama de que nunca discutía y que no se enfrentaba a nadie. Uno intentó provocarlo y le dijo: “eso de que tú no discutes con nadie es imposible”. Su contestación fue: “tienes razón, es imposible”. Acabamos de estrenar un año, tenemos 365 días por delante, puesto que este es bisiesto, para poner en práctica lo que aconsejo: Paz y Amor. Nos iría a todos mejor y se evitarían muchas úlceras de estómago.
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