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Renunciando a los valores propios no se hace patria...

“Los valores no son simplemente palabras, los valores son por lo que vivimos. Son las causas que defendemos y por lo que lucha loa gente” John Kerry
Miguel Massanet
jueves, 7 de enero de 2021, 13:03 h (CET)

Los que no somos ni separatistas, ni socialistas ni comunistas ni de cualquiera de estas múltiples tendencias con las que las izquierdas se manifiestan en Cataluña estamos perplejos, desconcertados, indecisos y, por qué no decirlo, desanimados y desesperanzados ante lo que está ocurriendo con los partidos que se podrían considerar más “conservadores”, menos extremistas y partidarios, sin fisuras aparentes, de lo que dispone nuestra Carta Magna, si se exceptúa aquella parte en la que se trata de las autonomías que, según nuestro modesto criterio, ha sido uno de los fracasos más grandes que ha padecido y sigue padeciendo nuestra nación en cuanto han influido en fomentar las desigualdades entre las distintas regiones de España y en ser la causa más evidente de enfrentamiento entre todos los españoles y que, aparte de fomentar los nacionalismos de determinadas autonomías de modo que, de seguir por el camino que llevamos, no hay duda alguna de que va a conducirnos a una situación en la que, la vida en nuestro país, se va a convertir en un remedo de aquella que los ciudadanos de otras naciones, en las que existen verdaderas dictaduras totalitarias, se ven obligados a soportar al verse privados de sus libertades y agobiados por regímenes totalitarios que intervienes directamente en todas las facetas de su existencia, todo ello siguiendo la pauta siniestra de lo plasmado en la novela del escritor George Orwell “1984” y la figura del Estado todopoderoso, “gran hermano”, representado por un sistema de gobierno policial y totalitario que interviene en cada una de las facetas de la vida de sus ciudadanos, convirtiéndolos en meras marionetas autómatas al servicio exclusivo del Estado, incapaces de ejercer el libre albedrío y sus derechos como ciudadanos libres.

Si es cierto que, como ya hemos comentado en numerosas ocasiones, estamos gobernados por unos señores empeñados en darle el vuelco a nuestra Constitución, de cambiar la estructura de nuestro régimen político y de olvidarse de que están gobernando para los que los votaron y para los que no y, en consecuencia, cualquier intento de imponer una involución que atente contra las normas constitucionales y contra la voluntad de los millones de votantes que no los votaron se puede considerar como una arbitrariedad, una falta de respeto para los ciudadanos que no forman parte del entorno político del Gobierno o un medio ilegítimo de implantar a la fuerza o mediante trucos ilegales, un régimen distinto al que tenemos reconocido constitucionalmente, algo que no puede justificarse si no se lleva a cabo por los medios y procedimientos legales y específicos, establecidos en nuestras leyes

No podemos olvidarnos de las responsabilidades que también afectan a los partidos llamados “constitucionalistas” (el PSOE parece optar por el sistema de hechos consumados para evitar algunos aspectos de la Constitución que les impedirían llevar a cabo, sin el debido control parlamentario y previo debate en las dos cámaras, lo que intentan conseguir por otros medios de dudosa legitimidad, todo lo cual indica que optan por desentenderse del ligamento constitucional) que no parecen acertar en la forma de llevar a cabo una oposición efectiva, sin fisuras, unida, coherente y obviando las posibles diferencias existentes entre ellos que contribuyan a impedir la necesaria unidad que, en estos momentos, sería preciso que existiera para hacer un frente común capaz de poner en aprietos, frenar, obstaculizar y evitar que, el tándem socialismo-comunismo bolivariano, pueda actuar prácticamente sin obstáculos debido a que, tanto el PP como Ciudadanos y Vox están más preocupados por conseguir votos a costa de sus partidos más afines que en la tarea de salvar a España del grave peligro de acabar, como tenemos la amenaza, siendo víctimas de quienes vienen demostrando su incapacidad para gobernar para el pueblo, su despreocupación por el futuro de nuestra nación, su egoísmo político y su único y desvergonzado propósito de asentarse en la poltrona gubernamental para, desde ella, poder llevar a cabo su propósito de mantenerse al frente de España cueste lo que cueste y a costa de las libertades y derechos individuales de los españoles.

De ahí que no entendamos lo que está ocurriendo dentro del PP ni que, de pronto, se haya convertido en el recolector de personajes de otras formaciones políticas, evidentemente despechados por haber sido desplazados de los puestos principales de las listas electorales dentro de sus respectivos partidos, lo cual no sería objetable siempre que entraran como simples afiliados al PP, pero sin que su ingreso en él significara relegar a afiliados de sus puestos en las listas electorales del partido para dejar que los ocupen los recién ingresados en el PP. Ya hace un tiempo que, la dirección del partido , parece haber caído en la peligrosa deriva de olvidarse de sus objetivos fundamentales, de las normas básicas de la formación, en su día capitaneada por el señor Fraga, de que son una institución política de derechas, con todo lo que esto representa en la defensa de valores, principios, tradiciones, cultura y defensa a ultranza de la unidad de la nación española hoy, como nunca había estado, en grave peligro de que, en manos de socialistas y comunistas presionados por separatistas, pudiera acabar de ser negociada como moneda de cambio para seguir manteniendo el apoyo del separatismo al gobierno del señor Pedro Sánchez.

No se trata de meter la cizaña ideológica que pudiera aportar el incluir en las filas del PP a personas como la señora Roldán, ex-portavoz de Ciudadanos en el Parlament o, más recientemente, la señora Eva Parera, secretaria general de la plataforma del señor Valls (¿qué se hizo de este advenedizo francés que vino a probar suerte en la política española después de que en Francia perdiera toda oportunidad de medrar?) Para los que no lo recordaran, esta señora, que ya ha pasado por diversas formaciones políticas, fue una de las que defendieron la celebración del referéndum de autodeterminación en Cataluña cuando ejercía de senadora de CIU en Cataluña. El hecho de que se hayan incluido ambas personas en los lugares segundo y tercero de las listas del PP para las elecciones catalanas del 14 de febrero, si es que el coronavirus lo permite y los convocantes no deciden aplazarlas por considerar que las circunstancias del momento no les son favorables; indica la poca confianza que tenían en Madrid sobre las posibilidades de éxito del partido en Cataluña, una autonomía en la que los fracasos del PP se han venido contando sucesivamente, sin interrupción, desde que, en democracia, se ha votado en aquella comunidad separatista.

Las prisas, las puñeteras prisas y la falta de un programa a largo plazo, unido a las siempre cainitas luchas de los aspirantes al poder dentro del partido, son las causas de esta falta de paciencia, del no darse cuenta de que abdicando de su programa fundamental para ir haciendo concesiones a adversario político tiene siempre efectos negativos entre los simpatizante del PP; de que no se les puede ir concediendo treguas u oxígeno político a unos gobernantes que no pierden el tiempo y que siempre encuentran atajos por los que ir esquivando las leyes, incluso la Constitución, para ir avanzando en su propósito de darle el cambiazo al régimen de la nación española. El egoísmo de algunos, la maldad de los que perdieron su oportunidad y ahora están haciendo política derrotista dentro del partido, los malos consejos o la falta de visión política de quienes deberían ser más cautos en tomar determinadas decisiones, pueden dar lugar a que, para conseguir captar más votos de Ciudadanos o de VOX, incluso de posibles descontentos dentro del PSOE, impulse a determinados dirigentes del PP a pensar que poniendo en puestos relevantes de sus listas electorales a personas de otros partidos, algunos de izquierdas, van a lograr mejores resultados que si pone a quienes positivamente se sabe que son fieles seguidores de lo que son valores fundamentales y objetivos irrenunciables del partido desde que fue constituido con el nombre de Alianza Popular, en 9 de octubre de 1976. Pero los votantes pueden pensar de diferente manera.

Quizá no se valore debidamente, entre los dirigentes del partido, el que muchos de los que le hemos venido votando desde el inicio, ya estemos pensando que, para seguir haciéndole de alfombra roja al PSOE, ahora dirigido por un personaje letal para los intereses políticos, sociales, económicos, financieros e industriales del país, con la agravante de tener como socio y, a la vez, chantajista y aspirante a ocupar al cargo que ahora ostenta el señor Pedro Sánchez, al señor Pablo Iglesias, experto en la demagogia y en el manejo de masas, como buen seguidor de las técnicas de Maduro en Venezuela, lo que constituye tener al mando de la nación española a una verdadera bomba de relojería que, en cualquier momento ( ya existen claros indicios de ello) puede explosionar; no vale la pena seguir votando al PP y que nos pueden hacer reconsiderar el sentido de nuestro voto. Una situación que puede arrastrarnos a lo que sería una de estas repúblicas populares, que tanto daño están ocasionando en aquellas naciones en las que el pueblo no ha valorado convenientemente los efectos catastróficos para la nación de la implantación de una dictadura según el modelo bolchevique.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, quisiéramos advertir, antes de que sea demasiado tarde, que este tipo de políticas de ir arrastrándose siguiendo la corriente de quienes gobiernan, por el miedo de que una actitud firme y decidida de defensa de los valores que defienden las personas que votaron al PP, asustara a sus posibles votantes y, en consecuencia, se decide contemporizar, hacer una oposición descafeinada, dejar de atacar al Gobierno desde todos los ángulos en los que sea posible ponerlo en apuros y exigirle, en cada momento, incluso en los momentos como el actual, en que hay una gran crisis de tipo sanitario en la que, evidentemente, el Gobierno tiene una importante responsabilidad por haber actuado tarde y mal en la detección y prevención de la pandemia, desde Génova deberían saltar chispas denunciando la serie de errores graves que se vienen sucediendo en la gestión evidentemente despreocupada y evasiva que vienen utilizando nuestros gobernantes para eludir asumir responsabilidades directas en algo que evidentemente les afecta de lleno. Y una frase del gran filósofo Immanuel Kant: “Ten paciencia por un tiempo, las calumnias viven poco. La verdad es la hija del tiempo, pronto aparecerá para reivindicarte.”

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