Tras una etapa económica dulce impulsada por favorables vientos de cola, la irrupción de una borrasca pandémica provocará vientos huracanados de dirección caótica que podrían tambalear los cimientos de la economía española. Así,la pandemia del COVID-19 supondrá la aparición de un nuevo virus patógeno,(el DDD) que podría acabar arrasando todo rastro de brotes verdes en la economía española al poseer un ADN dotado de la triple enzima D (Deuda Pública desorbitante, Deflación secular y Desempleo endémico) y que podría generar una década de estancamiento en la economía española, (rememorando la Década perdida de la economía japonesa).
Deuda Pública desorbitante Según estimaciones del Gobierno, la Deuda conjunta de las Administraciones Públicas para el 2021 podría alcanzar el techo ionosférico del 117% del PIB nacional, lo que representa un crecimiento imparable desde el 2005 cuando la Deuda rondaba el 42% del PIB nacional (casi 400.000 millones de €) y tendrá como efecto colateral que el Tesoro Público se endeude en el 2021 en cerca de 110.000 millones €.
Deflación secular Según el INE, el IPC adelantado de Diciembre sería del -0,5 % lo que confirma ya 9 meses seguidos de caída de los precios y anticipa un posible escenario de deflación en el 2021 que conjugado con una tasa de desempleo tan bestial como la española podría dar lugar a la aparición de un cóctel explosivo en la economía española de final incierto. Así, las empresas se ven obligadas a estrechar sus márgenes de beneficios para seguir siendo competitivas lo que les impide mantener sus beneficios empresariales así como realizar las necesarias inversiones en Bienes Equipo y que tiene como efecto secundario una congelación o reducción del sueldo de los trabajadores que hace reiniciarse la espiral deflactiva, alimentada por la subsiguiente reducción del consumo.
Desempleo endémico Según las previsiones del Banco de España y el FMI, la crisis del coronavirus provocará que la tasa de paro en el 2021 supere la cifra estratosférica del 16% lo que significará el retorno a escenarios del 2010. Ello, aunado con el drástico descenso de los ingresos del Estado y las Autonomías y el bestial incremento de las prestaciones de Desempleo se traducirá en una sensible reducción de los subsidios sociales que afectaría a la duración y cuantía de las prestaciones de desempleo, a las pensiones de jubilación y viudedad y a los sueldos de los funcionarios. Asimismo, asistiremos al finiquito del consumismo compulsivo imperante en la pasada década debido a la pérdida del poder adquisitivo y a la ausencia de la cultura del ahorro doméstico, lo que podría provocar en un futuro mediato una desertización productiva que fuera incapaz de satisfacer la demanda de productos básicos. Además, de seguir obviando la inversión en I+D+i, España podría convertirse en la próxima década en un país tercermundista a nivel de investigación e innovación, condenado a comprar patentes extranjeras y producir productos de bajo perfil tecnológico que requieran mano de obra de escasa o nula cualificación y fácilmente explotable, con salarios seiscieneuristas e interinidad vitalicia.
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