Estos son comentarios de cazadores escritos en una publicación de la revista cinegética Jara y Sedal, en los que por reventar una cacería con petardos y "silvatos" (sic) -mira que les repetimos que menos plomo y más libros, pero nada, que no hacen caso-, incitan a matar a tiros a activistas anticaza.
En el post aparecen sus nombres, los mensajes son públicos y por lo tanto constituye una prueba, así que sus autores se pueden identificar y son imputables, sin embargo mientras en este país te sigue cayendo una condena por alegrarte de la cornada que un toro que está siendo torturado le propina en defensa propia (eximente legítimo) a un torero, estos escopeteros pueden animar al asesinato con absoluta impunidad.
Seguro que todos ellos siguen conservando su licencia de armas, y entra dentro de lo posible que alguno cumpla con lo que ha escrito ahí, pues saben que las docenas de muertes humanas que dejan cada año siempre son consideradas como accidentes de caza y cubiertas por su Mutua, así que por esos cadáveres ni pisan la cárcel ni se rascan el bolsillo jamás. Lo tienen bastante fácil para matar sin consecuencias, y las ganas de hacerlo queda demostrado que las expresan en las redes ellos mismos.
Esto reza en el artículo 169 de nuestro Código Penal: "El que amenazare a otro con causarle a él, a su familia o a otras personas con las que esté íntimamente vinculado un mal que constituya delitos de homicidio, lesiones, aborto, contra la libertad, torturas y contra la integridad moral, la libertad sexual, la intimidad, el honor, el patrimonio y el orden socioeconómico, será castigado..."
¿Podemos cumplir la Ley cuando quienes la transgreden son cazadores o es que esta gente por algún motivo tiene bula para superar psicotécnicos de armas incluso bajo tratamiento psiquiátrico, para convencer de que le dispararon a un hombre porque les pareció que era un conejo, o para amenazar de muerte y que nunca les pase nada? Porque si es así, señoras y señores responsables del Poder Judicial, borren ciertos apartados del Código Penal que juraron en vano hacer respetar a todos por igual.
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