Los trastos y aparatos de la medicina cuasi antigua, o actual, entendido el plural de trasto como conjunto de herramientas de una actividad, se van a comentar en este texto, pero nadie se asuste, no tengo bata ni será un texto de investigación exhaustivo, solo haré una pasada comparativa en recuerdos medicinales.
En una vida hay muchas, decían los mayores, y los que las cuidan y protegen cambiaron tanto en su forma de proceder con el paciente, que no solo la práctica médica ha cambiado, las enfermedades mutan, como ocurre con la pandemia que nos aqueja.
Algunos doctores de mi infancia eran peculiares por llevar consigo sus trastos y ayudarse de utensilios especiales. Guardo un difuso recuerdo de un coche de caballos, decadente, aparcado en un portalón, esperando nuevos tiempos románticos que lo actualizaran, sea para turismo, para fiestas, o para nuevo museo etnográfico… En días de invierno, las herraduras y las grandes ruedas picoteaban el pavimento cuando el buen doctor se trasladaba al trote por la ciudad histórica donde nací de veras. Digo nací de veras, porque entonces se podía afirmar donde se nacía con exactitud, ahora todos los neonatos son nacidos en el hospital de la comarca, que no nombran, pero serlo de allí, lo son, que diría Mota.
Junto al médico, también la comadrona recorría la localidad con su gran maleta dando la bienvenida a los recién nacidos del pueblo, y hasta se quedaba con ganas de volver a cuidar al bebé y a la madre, a asesorar y a aconsejar con sapiencia. Otro doctor muy peculiar y sabio, de maletín y andar despacio, daba la sensación de que se moviera a cámara lenta, pero llegaba a tiempo y lo que es mejor, curaba y acertaba. Para los pudientes en andar estaba la casa del médico, no como casa particular, sino como incipiente recurso sanitario, parecido al actual centro de salud o casi, generalizándose y especializándose las consultas después por todos lados junto a las ambulancias y los vehículos pero ya particulares.
Todo ello para reflexionar sobre aparatos y utensilios médicos que tenemos en nuestros muebles, aparatos que se generalizan, aún sin rastro de hipocondría. Se podría decir que algunos estuvieron dentro de los maletines multifuncionales y maravillosos de viejos sanitarios.
Hoy en 2021, entrar en casa es ver todo tipo de trastos medicables: mascarillas de varios materiales y normas ISO, termómetros digitales, de mercurio, que miden en la frente, en los oídos, a distancia…, tensiómetros que evitan consultas; oxímetros que miden el oxígeno en sangre presionándote un dedo; pero también hisopos y bastoncillos para prueba nasal, faríngea, (de la anal mejor no hablar ahora), y hasta jeringuillas para pillar vacuna. Mientras otros galenos, (sin acritud, que estoy yo muy contenta con mi médico), utilizan consultas telemáticas, y en nada llegará pedirnos videos, reíros de los fonendoscopios domésticos, están a la vuelta de la esquina, y eso que no hay muchos que sepamos de medicina o pandemias.
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