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Recientemente he tenido la fortuna o el infortunio, porque en estas cosas nunca se sabe, de asistir a una de esas escasas charlas coloquios que de vez en cuando nos brinda el mundo de la cultura. La sala de la Biblioteca Nacional abrió sus puertas para acoger el palique entre los escritores Eloy Tizón, Nuria Barrios y Elvira Navarro. El tema por tratar se sustentaba sobre una pregunta un tanto confusa ¿cuánta ficción hay en la realidad?
Yo pido responsabilidad al Partido Popular. Y le pido que estén a la altura de las circunstancias. Porque en política no vale todo y porque no todos somos iguales. Y yo voy a defender el nombre, el mío, el de mi Gobierno sin duda, pero sobre todo voy a defender esta casa, esta institución porque es la cuna de la democracia y porque creo firmemente que los ciudadanos y ciudadanas no se merecen según qué espectáculos.
Son conmovedoras las quejas de Ábalos sobre la falta de compañerismo que han tenido con él los miembros de su partido. Como si nos tomara por imbéciles y no supiéramos - él el primero- en qué consiste la política y en que queda la camaradería de partido -más falsa que la risa de Isabel Pantoja- cuando se huele el riesgo de la pérdida de poder y se ponen en marcha los cortafuegos para proteger al líder.
Ahora que ya han pasado por las tierras del globo terráqueo dos de los jinetes de la Apocalipsis, la peste y la muerte… ahora que ya ha quedado muy atrás su rastro de enfermedad y de tragedia, vemos que, tras la estela verdusca y blanca de sus caballos, sale a relucir la miseria del ser humano. El gran negocio de la muerte.
Si faltaba algo para colmar el vaso de la ignominia, donde habita (con toda comodidad vendiendo España a la hez del separatismo, terrorismo y comunismo), el desvergonzado y traidor Pedro Sánchez, lo ha conseguido con su explicación sobre el último gran escándalo de ese partido político cuyas siglas responderían mejor a algo así como Pandilla de Sinvergüenzas, Obscenos y Embusteros (no todos ¡eh! Emiliano).
A pesar del tiempo transcurrido, el resquemor ante un posible contagio nos hace estar un tanto mosqueados ante cualquier noticia. Los miembros del “segmento de plata” seguimos siendo candidatos “preferentes” a contagiarnos del dichoso “coronavirus”.
Sin querer ensombrecer la figura de Patrick Moore, quien fuera presidente de Greenpeace, y que ahora se percata de la falsedad de no pocos mantras medioambientales asumidos durante años, entre ellos el que concierne al cambio climático [antropogénico y devastador], al que él mismo etiqueta como “la mayor estafa de la historia”, me permitiré mantener mi título, refiriéndome a la ubicua «pandemia» que todo lo fagocita.
El fin de la obligatoriedad de las mascarillas en interiores marca un antes y un después en una crisis sanitaria que ha tenido un gran impacto no solo a nivel de salud física, sino también psicológica. En este sentido, la salud mental ha cobrado especial protagonismo a lo largo de los dos últimos años a raíz del aumento de patologías derivadas de las restricciones de movilidad, el confinamiento o los protocolos sanitarios.
Mientras que muchos, la mayoría, están encantados con despedirse de las mascarillas, otros sienten cierto recelo ante esta nueva medida. "Lo que padecen estas personas va de la timidez a la ansiedad social". ¿Qué se debe hacer para adaptarse al cambio en estos primeros días o semanas?
Que no sea obligatoria la mascarilla en interiores a partir del día 20 de abril es una medida prematura, porque sigue habiendo muchos contagios en muchas partes de nuestro país, por ejemplo, en Asturias. Ya no se están haciendo las pruebas para detectar el Covid-19 y, por tanto, no se sabe si las personas están infectadas o no. No se cuentan ya los casos.
El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud ha aprobado que el aforo de los estadios de fútbol en recintos abiertos será del 100%, como antes de la pandemia, con mascarilla, mientras que para eventos deportivos en recintos cerrados será del 80%, garantizándose siempre una distancia interpersonal mínima de 1,5 metros, para el periodo entre el 1 y el 31 de octubre.
Es muy difícil comprender que una señora que trabaja en laboratorios farmacéuticos, tras tantas experimentaciones con humanos de una vacuna que, de momento, no ha provocado graves efectos y parece eficaz, se niegue a ponérsela. Lo de la mascarilla me parece un desafío, sobre todo cuando viene de Barcelona, ciudad gravemente infectada. ¿Qué nos está pasando?
Este elemento protector, al cubrir la mitad inferior del rostro, hizo innecesario el uso del maquillaje labial y muy incómodo el uso de maquillaje facial, ya que el roce durante horas con la tela terminaba borrando o removiendo el maquillaje. Por el contrario se comenzó a focalizar el esfuerzo en resaltar las miradas y el maquillaje de ojos.
Sí es cierto que la pandemia cambió nuestra forma de maquillarnos, incluso nos llevó a la dejadez en el cuidado de uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo. Era divertido el contacto en el tiempo de no prohibiciones sociales, momento en el que los besos eran exagerados pero libres de dejar en la mejilla de cualquiera, sin problemas de contagio, sin codo aborrecible y usurpador de saludos superficiales.
La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) advierte, con motivo del Día Mundial de la Voz el 16 de abril, que forzar la voz por la mascarilla puede causar disfonías y otros trastornos. Una adecuada vocalización y una respiración cómoda son claves para el cuidado de las cuerdas vocales en época de pandemia, donde la mascarilla es indispensable, según la SEORL-CCC.
La mascarilla nos oculta gran parte del rostro, más del que deseamos ver, o dejar ver. Si añadimos unas gafas de sol, propias del tiempo primaveral que medio disfrutamos, una gorra que llegue hasta las cejas, un vestuario poco común, somos desconocidos a todas luces, nunca mejor dicho, en periodo de toque de queda, lo de las luces.
Los trastos y aparatos de la medicina cuasi antigua, o actual, entendido el plural de trasto como conjunto de herramientas de una actividad, se van a comentar en este texto, pero nadie se asuste, no tengo bata ni será un texto de investigación exhaustivo, solo haré una pasada comparativa en recuerdos medicinales.
El incremento de las mascarillas FFP2 se ha intuido desde noviembre de 2020 hasta enero de 2021 cuando su demanda subió en un 224,5 %, debido a las aglomeraciones navideñas y a los nuevos casos que enfrentamos en nuestro país.
¿Mantendremos los españoles el uso de gel desinfectante o de las mascarillas? ¿Cómo ha impactado el comportamiento de la sociedad en el desarrollo de la pandemia? Este guía, que podrás encontrar en la página web de anefp, www.anefp.org, resolverá estas y otras preguntas sobre autocuidado que se pueden encontrar en el I Estudio anefp: Evolución de los hábitos de autocuidado en España en época de la Covid-19, así como las tendencias de los ciudadanos en cada una de las comunidades autónomas.
Hace pocas semanas, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha publicado un artículo alertando sobre la necesidad de usar mascarillas FFP2 para evitar la propagación del COVID-19 en espacios cerrrados. Por este motivo y con el objetivo de concienciar sobre el uso de la mayor protección individual posible frente al coronavirus, el fabricante de mascarillas Dräger ofrece cinco claves sobre el uso y beneficio de las de tipo FFP2, frente a las quirúrgicas e higiénicas.
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