Si faltaba algo para colmar el vaso de la ignominia, donde habita (con toda comodidad vendiendo España a la hez del separatismo, terrorismo y comunismo), el desvergonzado y traidor Pedro Sánchez, lo ha conseguido con su explicación sobre el último gran escándalo de ese partido político cuyas siglas responderían mejor a algo así como Pandilla de Sinvergüenzas, Obscenos y Embusteros (no todos ¡eh! Emiliano).
Me explico: Cuando se da a conocer a la opinión pública lo ocurrido en tiempos de pandemia con el ¡supuesto! fraude en las comisiones ilegales habidas en la compra por parte de la Administración de unas mascarillas, según parece de poca calidad, que alcanzaron cifras superiores a cincuenta millones de euros, va el caradura presidente del Gobierno y, sin cortarse un pelo siquiera, insinúa, calumniando como siempre, que es algo parecido a lo del hermano de la presidenta Ayuso, que -según él- cometió un fraude (mentira) y que no se ha investigado (mentira).
Debo recordar, porque la memoria es frágil, que ni la fiscalía española, ni la europea, vieron ninguna infracción en la intervención legal de un comisionista con muchos años de profesión,por la compra de un producto de buena calidad que le dejó una comisión de 55.000 euros brutos y lo declaró entre sus ingresos en el IRPF. Sin embargo, lo ahora descubierto puede ser doscientas veces más cuantioso y nadie conoce, de momento, la magnitud real del fraude y en que bolsillo se encuentra. Mientras tanto, ¿estará Sánchez preparando el regreso de Ávalos, para mayor gloria de ambos?
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