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Llueve sobre inundado y estamos sin desagües

Carlos Ortiz de Zárate
sábado, 25 de abril de 2015, 22:00 h (CET)
Con la que nos está cayendo en el espectáculo de la actualidad es difícil comprender las previsiones electorales de la encuesta Sigma Dos Abril 2015 sobre la CAM. Persiste la abstención y los partidos de gobierno que nos han condenado a la inundación sin desagües tendrían mayoría de gobierno aunque no siguen siendo los reyes. Incluso el PP sería el partido más votado.

Claro que esta encuesta se celebró a mediados de abril y que desde entonces se ha enquistado el caso Rato, enturbiado la imagen de Esperanza Aguirre y “Ahora Madrid” y sobre todo la candidata a la alcaldía. han mostrado “saber hacer” y que, por tanto, podríamos esperar aumentos en su previsión de entonces de 21,2% de los votantes Le faltan unos cuantos puntos para igualar las previsiones de victoria de Esperanza Aguirre (34,5%), pero los recientes hechos mencionados pueden tener importantes efectos.

Lo que me inquietan son otras cosas; con la que nos está cayendo no es normal que tantos ciudadanos se abstengan y que tantos otros ciudadanos se resignen a un pozo sin salida. No es normal porque hay proyectos ciudadanos solventes y esperanzadores, como es el caso de Ahora Madrid y cuando el agua de las cloacas nos llega al cuello.

El problema, lo he repetido muchas veces y otros lo hicieron antes que yo, es la mediatización. Es conocido el truco de Copperfield que usa de luces y sombras para hacer ver o no ver. Estamos atrapados en las pantallas de los poderosos; vemos lo que nos enseñan y lo que nos enseñan es que estamos en una terrible tormenta, que llueve sobre mojado y que no hay desagüe; las encuestas de opinión reflejan el espectáculo de las pantallas gigantes. Hace falta luz para que los ciudadanos podamos ver otras cosas. Algunos la están logrando, otros proyectamos el impacto, pero hasta ahora no parece haber sido suficiente.

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Corría el mes de abril de 1994 cuando un grupo de malagueños celebramos la Semana Santa en el lejano cantón Valais de Suiza. Por aquellos tiempos dedicaba buena parte de mi tiempo a transmitir, en la medida de mis posibilidades, el Evangelio. Estaba totalmente involucrado en las tareas de evangelización del Cursillo de Cristiandad. Una tarea gestionada por seglares.

Al referirnos a las expresiones del habla cotidiana, las quejas son las principales protagonistas. Independientemente de cómo se exprese cada cual, somos muy perspicaces en la crítica dirigida a los demás y poco propensos al examen del escaparate propio. Sin embargo, no es tan sencillo pronunciarse al respecto, debido a las imprecisiones propias, las tretas ajenas y los muchos factores implicados.

Los que desde muy pronto y ya sin interrupción hemos tenido un contacto frecuente con los libros sentimos cierta incomodidad al oír consejos y expresiones como “leer es bueno”, “un libro es un amigo” o “lee lo que quieras, pero lee”. Es como si alguien dijera: “¡viva la comida!, da igual qué comas, lo importante es que comas”, o “beber es vivir, sea lo que sea que bebas, bebe”.

 
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